22 Agosto, 2024
Compartimos la presentación del P. Carlos Bresciani SJ, Coordinador de la RSAI, en el encuentro de Pueblos Originarios y cuidado de la Casa Común junto a la Red de Radios Jesuitas LAC.
En las ceremonias de sanación mapuche, así como la de muchos pueblos originarios, hay un momento, al amanecer, en que se llama tres veces al espíritu de la persona enferma. Lo hacen dos personas cercanas al enfermo y rodeados por la comunidad y familiares que han estado toda la noche protegiendo al enfermo con danzas y rogativas. Está la certeza de que la enfermedad consiste en una triple separación: cuerpo-espíritu; comunidad-cuerpo; madre tierra/Dios y espíritus cuidadores de la naturaleza-comunidad. Los Pueblos Originarios tienen en su matriz de sabiduría lo que yo llamo la certeza de las tres tierras: cuerpo, comunidad, Madre Tierra. Cada una unida al Espíritu o Espíritus cuidadores. Cuando estas tres tierras o una de estas tres tierras se intoxican, se van separando del/los espíritus protectores/cuidadores. Ahí vienen los desequilibrios, enfermedades, violencias y maltratos.
Es por eso que la crisis socioambiental es también una crisis espiritual. Es por ello que se puede llamar crisis ecológica integral. Los Pueblos Originarios están atravesados por esta crisis. Como todos. En sus territorios se notan con más evidencias estas heridas o desequilibrios. Hay un nuevo necolonialismo que afecta los territorios indígenas generando esta desarmonía, que se caracteriza por tres dinámicas:
El extractivismo, especialmente minero: esto está presente desde la llegada de los europeos al continente y atraviesa todo américa. Uno es testigo al compartir con los PPOO cómo las economías se basan en la extracción de materia prima, que por lo general están en los territorios indígenas. Modelos que depredan los territorios, que no consultan a las comunidades y que dejan tras de sí intoxicación de las tres tierras: personas enfermas por mercurio en los lavaderos de oro del marañón o por los pesticidas usados para los grandes monocultivos de soja, palma africana, eucaliptus y otros; comunidades divididas por la intervención mañosa de los agentes de las empresas muchas veces coludidos con los gobiernos nacionales y locales comprando dirigentes por migajas; y la Madre Tierra envenenada, talada, que va perdiendo cada día su biodiversidad esencial para un sistema ambiental sano. ¡¡No somos monocultivo, somos bosque diverso!! gritan en la tierra donde vivo. A este modelo se suma la crisis del cambio climático, que va desertificando los territorios o produce lluvias intensas en corto tiempo. Ambas las perciben como una amenaza.
Otra dinámica común en los territorios indígenas es la ausencia de estado o políticas públicas pertinentes que fortalezcan el Buen Vivir de las comunidades. Hay territorios donde el estado no llega con sus servicios y proyectos, y si llega es reforzando la protección a las empresas extractivas. Muchas veces no llega porque son estados centralistas, que miran los territorios con la mirada del centro, desde una oficina en Santiago, en Lima, en México o Quito. Ahí se piensa lo que es bueno para los indígenas, pero sin los indígenas. Muchas veces les da miedo ir a esos territorios porque le miran desde el estigma de zona roja, violenta, terrorista, alejada o simplemente incómoda o sucia. Lo anterior, no quiere decir que estas situaciones no ocurran en los territorios, pero justamente estando ahí, presentes, con tiempo y espacio, se puede resolver mejor las problemáticas. A esto se suma que las políticas públicas son inconsultas, muchas veces dejando de lado el compromiso de casi todos los estados que firmaron el convenio 169 de la OIT que pide consulta previa, libre e informada. Esta actuación del estado muchas veces se da en el contexto de democracias débiles, profundamente marcadas por el populismo punitivo que no mira las causas estructurales de racismo y discriminación en las que históricamente han vivido los Pueblos Originarios:
Por último, otra dimensión, que está en relación con las otras dos es la violencia del crimen organizado o narco que se toma esos espacios que el estado deja. Sumado a democracias débiles y corruptas. El control territorial de estas organizaciones va siendo cada vez más extendido en américa. Hay situaciones que no se veían en muchos territorios hace 10 o 15 años atrás. Es cosa de ver los territorios de México, carteles que se disputan territorio, dejando muerte sobre todo de dirigentes indígenas. Cómo no recordar a los compañeros jesuitas asesinados en la Tarahumara Joaquín y Javier que sufrieron a junto a otras dos personas los efectos de esta realidad. Manejan la economía local y corrompen las relaciones. Generan miedo en la población. Los gobiernos muchas veces dejan de estar presente y si lo están es aliados a ellos o solo haciéndose cargo de la epidermis del problema y no de sus causas más profundas enviando militares que en algunos casos han traído algo de tranquilidad, pero van creando más tensión y una naturalización de las dinámicas de guerra que terminan generando más violencia.
Todas estas afectaciones se dan en la piel y espíritu de los pueblos originarios que se consideran así mismo en lo que yo llamo una triple relación de tierra mi cuerpo, tierra mi comunidad y tierra la Madre Tierra. Estas afectaciones van afectando los tejidos comunitarios que se debilitan. Aún más después de la pandemia en donde la desconfianza se instaló como modo de mirarnos.
En la comunidad mapuche cuando ven que la sequía arrecia, como fue hace dos años atrás, se organizan para realizar nguillatün para pedir agua. Es la ceremonia principal del mapuche. La respuesta pudiera ser un espiritualismo ante una amenaza concreta, pero no necesariamente es así. Es pedir comunitariamente que el espíritu vuelva a estas tierras, como la ceremonia de sanación de la que hablé más arriba. Esa certeza les moviliza, les da la fuerza para en lo cotidiano no dejar de movilizarse para buscar formas de resistencia ante este Goliat. Yo le llamo microresistencias (como David con su honda y unas piedrecitas escogidas) que surgen de esta matriz de sabiduría que los Pueblos Originarios en íntima relación con la tierra. Y ojo, hablo de matriz de sabiduría, porque no necesariamente todos viven de esa sabiduría, pero la tienen como un pozo al cual siempre acudir, en su raíz más profunda, a veces oculta bajo capaz de colonialismo que les han negado sus formas de relación con la Madre Tierra. Sus danzas, rogativas, pagos a la madre tierra, telares, pinturas, música, los lleva a ese pozo de vida y sabiduría.
Estas microresistencias que están ahí y uno las puede ver en esos espacios comunitarios donde se organizan para resolver juntos y juntas las afectaciones. Hace unos días estuve en Huayacocotla en un tejido de Veracruz en México. Ellos y ellas se decían a sí mismos que eran muy pocos, pero muy organizados. Así pudieron parar una minera que había entrado sin preguntar a nadie. Desde su fortaleza comunitaria también ayudaron a organizarse a otros tejidos del territorio. Creyeron que el bien de todos es más que el de uno o un solo tejido. El bien de todos es vida. Esto también se puede ver en otros territorios a través de iniciativas como economías circulares, cooperativas, intercambios (donde se rescata un modo tradicional de intercambio de bienes sin dinero). Siembras comunitarias y sin agroquímicos. El rescate de las huertas tradicionales y de las semillas, fortaleciendo la biodiversidad y la seguridad alimentaria (en contra de Monsanto que solo quiere una semilla, hibrida, genéticamente modificada y que habría que comprarles solo a ellos), la lengua originaria, los telares, bordados, cantos y ceremonias de sanación que les ayudan a armonizar el espíritu con nuestros cuerpos (tierra, persona, comunidad).
Es una invitación a una conversión de paradigma lo que salvará nuestras tierras, el planeta. Es volver al convencimiento de que somos tres tierras con espíritu o espíritus. No es solo un asunto de hacer, sino de ser con y en estas tres tierras. Es no separar cuerpo de espíritu. Es salir de la racionalidad científico técnica lineal para entrar en un paradigma relacional. Esa es la buena noticia.
RSAI