Encuentro de mujeres sanadoras: saberes y resistencias

Un diálogo de saberes y resistencia que sostiene a los pueblos

El pasado 16, 17 y 18 de noviembre de 2024, mujeres mapuche y campesinas de Tirúa, Chile, se reunieron para seguir recreando, fortaleciendo y transmitir sus saberes a través del trabajo con el lawen (plantas medicinales) como una clara expresión de sus resistencias frente al impacto del extractivismo forestal.

Durante tres días del encuentro, con la participación de aproximadamente 20 participantes, las mujeres compartieron saberes en torno a la medicina ancestral. La primera jornada incluyó una visita al “Salto Rayen”, un lugar sagrado rodeado de plantas medicinales, donde se realizó una oración para fortalecer el vínculo con la Madre Tierra. En la segunda jornada, un bosque nativo amenazado por los monocultivos sirvió de escenario para reflexionar sobre la importancia del lawen lo que incluyó diálogos sobre sus usos. Finalmente, el último día se dedicó tiempo a la elaboración de medicinas a partir de las plantas recolectadas, consolidando los conocimientos compartidos.

Un aspecto destacado fue la participación de Margarita, una mujer sanadora roramuri de la Sierra Tarahumara y Aldo, un jesuita de la comunidad de Cerocahui, México, quienes contribuyeron con sus experiencias y tradiciones. Margarita y Aldo tuvieron la oportunidad de observar el proceso de elaboración de aceites y shampoo naturales, que inicio desde el recojo de las plantas hasta el logro del producto final. Ambos destacan que las mujeres mapuche, en un acto profundamente espiritual, recolectan las plantas con respeto, pidiendo permiso a los espíritus que las habitan y honrando la vida que ofrecen. También del respeto reflejado en el tratamiento cuidadoso de las plantas durante el proceso. Margarita observaba con asombro nuestra dedicación y comentó: “Tenían mucha yerba medicinal”. “Eso nos daba orgullo porque a veces no nos damos cuenta de lo que tenemos. Ella estaba emocionada cuando veía cómo sacábamos los aceites esenciales de las yerbas”. Comentó una participante de Tirúa.

El intercambio cultural enriqueció a ambas comunidades. “Margarita nos comentaba que en la Tarahumara existen otras plantas y también similares a las nuestras, pero con diferentes funciones. Tienen propiedades y saber eso pudo enriquecer nuestros conocimientos”. La diversidad de perspectivas generó un sentido de unidad que trascendió las fronteras: “El encuentro en el fondo, nos une. Somos hermanos. Es un pueblo que quiere estar bien, que quiere recibir al extranjero y que este se sienta hermano. Esa es la riqueza, sentirnos y hacernos sentir hermanos”.

Para las mujeres mapuche, este encuentro fue una oportunidad para reforzar su compromiso con el cuidado del territorio. Una participante destacó: “En este intercambio y conversaciones, pudimos darnos más fuerza para continuar en este camino, que es conocer, apreciar y respetar. Son medicinas para nuestros cuerpos, nuestros territorios, nuestras familias y la gente de nuestra comunidad”. Otra reflexionó sobre la experiencia compartida con los visitantes de México: “También agradecemos el respeto y cariño con el que Aldo y Margarita nos compartieron su cultura, rituales y ceremonias que tienen en Cerocahui, en la Tarahumara”.

La conexión espiritual estuvo presente en cada momento. Una de las jornadas incluyó una visita a la orilla del mar, donde las mujeres realizaron oraciones en comunión con la naturaleza. “La vida que hay por aquí es gratificante. Conocer a las mujeres que trabajan las yerbas medicinales y cómo logran el aceite es un aprendizaje que llevaremos a la Tarahumara, México. Ha sido una riqueza enorme en conocer la cultura mapuche, su modo de pensar, su relación con el territorio y la Madre Tierra”.

El evento no solo fue un intercambio de conocimientos sobre plantas medicinales, sino también una experiencia transformadora. “El intercambio no solo fue llevar plantas, sino también todo: el estar, preparar y convivir que alimenta el alma”, comentó Aldo. Este espíritu de hermandad y respeto mutuo marcó el encuentro como un paso en la construcción de un futuro basado en la sabiduría ancestral y la resistencia comunitaria.

El Encuentro de mujeres sanadoras reafirmó el poder de la naturaleza y la riqueza de los saberes ancestrales como pilares fundamentales para enfrentar los desafíos del presente. Como expresó una participante: “Es una oportunidad para conocernos, dialogar y seguir caminando juntos. No estamos solos. Reconocemos el poder que tiene la naturaleza y el poder que tiene cada uno”.Agradecemos profundamente a la comunidad jesuita de Tirúa, Chile por la organización. Al igual que a CJI y ALBOAN de España quienes a través de su apoyo hacen posible estas actividades en la región.

RSAI

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