Los jóvenes rurales en las redes sociales: experiencias, tendencias y significados

Compartimos el artículo de la RSAI por José Ramos López del Centro Loyola Ayacucho

Voces que se hacen eco han tenido una presencia extendida en la vida rural, siendo la radio uno de los dispositivos masivos de acceso a la información. Aunque, la interacción entre el locutor y el oyente era unidireccional, en la actualidad ha sufrido transformaciones debido a los cambios tecnológicos comunicacionales en los últimos 20 años. La introducción de la comunicación móvil y el desarrollo de las redes sociales ha generado múltiples dinámicas de consumo de contenidos en las redes sociales por los jóvenes rurales a pesar de tener brechas de conectividad y acceso a plataformas virtuales. Así, los discursos visuales estuvieron marcados por la predominancia del mundo urbano, mientras la ruralidad aparecía solo como una opción de turismo. Sin embargo, la apropiación de las redes sociales mediante la personalización y producción de contenidos desde su experiencia rural de los jóvenes ha posibilitado un conjunto de significados de habitar el espacio virtual desde sus prácticas culturales en la cotidianidad. Y en respuesta a contextos desafiantes como la pandemia y las movilizaciones frente a la inestabilidad política.

Los jóvenes rurales

Según el Censo de Población y Vivienda de INEI (2017), de los 31 millones de peruanos, casi 8 millones son jóvenes, de los cuales 6 millones son jóvenes urbanos y 1 millón y medio son jóvenes rurales. En cuestión de pertenencia, los jóvenes se autoidentifican  como mestizos en un 45%, quechuas en 34%, nativos amazónicos en un 5% y aymaras 4%. La ruralidad ha sido uno de los campos con marcadas desigualdades de acceso a los servicios. Los jóvenes rurales enfrentan brechas en acceso a la educación, oportunidades laborales y servicios básicos. Frente a ello, muchos líderes locales gestionan ante el Estado y organizaciones privadas traer la conectividad a sus comunidades mediante trabajos colectivos. Aunque, las limitaciones siguen presentes, el acceso a las plataformas digitales ha sido un lugar de enunciación de la identidad pautada por las nuevas formas de interacción social de las redes sociales. Perfiles configurados con paisajes de campo, festividades, gastronomía y vida cotidiana de los jóvenes rurales hacen su irrupción en las redes sociales. El elemento avasallador de homogeneización de la globalización es rebatida por la apropiación de las redes sociales por los jóvenes rurales que visibilizan no solamente la cotidianidad del mundo rural sino también otras formas de representar la vida ligado a sus experiencias rurales. El lugar desde donde los jóvenes producen contenidos e interactúan es la ruralidad signada por las realidades sociales de desigualdad, acompañada con principios andinos de comunalidad, idioma y cosmovisión. De esa manera, ser joven rural y representarse en las redes sociales se constituye como una vía de visibilizarse . Y más aún, el tener voz propia y generar una corriente de opinión.

La experiencia de habitar la virtualidad

Las redes sociales han logrado consolidarse como uno de los medios masivos de interacción y acceso a la información a nivel global. Así, las propuestas teóricas de concebir la globalización como producción de no lugares, caracterizados por la individualidad y el anonimato (Augé, 2009), distan mucho de las dinámicas de apropiación y representación en la sociedad red (Castells, 2006), que los jóvenes rurales realizan. El acto de representar, de nombrar y visibilizar lo rural encierra un conjunto de apuestas simbólicas intermediadas por experiencias de reconocimiento de la identidad y familiaridad. De esa forma, se producen contenidos que son consumidos por jóvenes migrantes que añoran su tierra y redefinen su sentido de pertenencia debido a la lejanía; como también por jóvenes rurales que producen discursos visuales . La pandemia como un momento disruptivo que provocó un conjunto de fenómenos sociales como el regreso a sus comunidades, la experiencia del encierro y mayor uso de las redes sociales ha posibilitado el surgimiento de influencers andinos. En ese sentido, resulta necesario comprender que los usos de las redes sociales como Facebook, YouTube y, recientemente Tiktok, están mediados por apuestas políticas y culturales de reconocimiento desde la diferencia y la pertenencia. Estas relaciones de alteridad son encuentros pendulantes que van desde la exoticidad hasta la interculturalidad.

Tendencias y significados

Aunque, las advertencias del internet como un espacio de anonimato, individualizador, y desestructurante de la cultura andina; han sido resignificadas y apropiadas por las apuestas de jóvenes rurales con distintas tendencias de contenido, que se enmarcan en las siguientes: primero, gastronomía rural donde muestran la diversidad de formas de preparación de platos con productos locales orgánicos reivindicando la identidad local y cultura de una manera cotidiana. Así destacan tales como “cocina con Aquiles” (Junín), “cocina con cholita Julia” (Puno), “Waldir Maqque” (Cusco) quienes preparan los potajes andinos de manera amena y comentan sobre la vida en el campo, la transmisión de conocimientos de sus abuelos. La comida se convierte en un elemento que permite poner en tapete los productos agrícolas producidos en el campo enfatizando en la seguridad y soberanía alimentaria. Potajes donde resaltan productos locales como cereales, tubérculos emergen por su alto valor nutricional y la identidad que se imprime en la transmisión de conocimientos desde sus ancestros. Segundo, contenido de diversión humorística recreando situaciones cotidianas de la ruralidad tales como “SiBenito” (Áncash), “20 céntimos” (Junín), “Andrés Soto” (Cusco) “cajamarquina bonita” (Cajamarca), “Tom Andrés” (Ayacucho), “Santos, el brujo” (Ayacucho). Los dos últimos producen contenidos para público quechua-hablante. Situaciones de encierro en tiempo de pandemia, enamoramiento, choques culturales debido a la migración de jóvenes rurales hacia la ciudad hasta problemas familiares son los escenarios recreados con mucha imaginación humorística. Aunque, el componente burlesco en los discursos visuales  cuestiona y afirma estereotipos del ideario popular en torno a comportamientos en el campo y la ciudad; el humor  producido por los influencers rurales se tornan en acciones políticas al satirizar políticas de encierro, de represión y la inestabilidad política. Tercero, revitalización del quechua mediante pedagogías alternativas desde las costumbres, prácticas culturales y la cosmovisión tales como “Papicha Javier”, “Solischa”, “Vive el quechua” y “wayna tunki” en Cusco; “Urpichakunaq rimaynin(1) en Apurímac; “Yanira Ccencho”, “Renata Flores” y “away” en Ayacucho. El activismo lingüístico de revitalizar el quechua en las interacciones de las redes sociales desde clases prácticas de enseñanza básica del quechua hasta contenido producido para quechuahablantes, posibilita la irrupción del quechua en las redes sociales. Uno de los sentidos orientadores del activismo es romper los discursos de marginalización y actitudes discriminatorias frente al uso del quechua, reconstruyendo su valoración por su subsistencia a procesos de colonización y  modernización. El idioma se convierte en un vehículo eficaz de autoidentificación étnica y conexión con sus antepasados. Adicionalmente, la producción de conocimientos en quechua y la creación de materiales audiovisuales de enseñanza en la escuela inserta en un contexto rural, dan cuenta de la capacidad innovadora de los jóvenes rurales de sus apuestas por el reconocimiento de la cultura quechua.

Las distintas formas de producción, distribución y consumo de contenidos elaborado por jóvenes rurales andinos no solamente son vistas de manera pasiva sino que genera un campo de poder sentirse representado por las experiencias y prácticas culturales. Así, acciones afirmativas de identidad, promoción de la cultura local y la reivindicación del quechua; son  acciones transformativas que permiten la extensión de la cultura andina como algo vivo.

La agencia de los influencers andinos se muestra no solamente en los proyectos reivindicativos del mundo rural sino que han asumido un papel importante en la democratización del acceso a la información, sensibilización frente a los cambios culturales, la discriminación, el racismo y el cuidado principalmente durante la pandemia. Por tanto, si bien las tendencias de producción de los jóvenes rurales es variada y se sitúa en un mundo globalizado, la cultura y la cotidianidad rural les otorga significados sociales, culturales y políticos recreando nuevas formas comunicativas para miles de jóvenes rurales y urbanos, desmitificando los imaginarios sociales en torno a lo rural como “retrasado”. Y sus acciones trascienden del plano cultural para materializarse en el activismo por los derechos lingüísticos, la defensa de los derechos colectivos de los pueblos indígenas u originarios.

José Ramos López (2)

Centro Loyola Ayacucho

  1.   El diálogo de las palomas.
  2. Antropólogo social por la UNSCH, maestrante en Antropología en FLACSO Ecuador; proveniente de una comunidad indígena quechua de K’anchi, Cusco. Investigador adscrito al Centro Loyola Ayacucho.

Bibliografía

INEI. (2018). Perfil sociodemográfico. Informe nacional. Censos nacionales 2017: XII de población, VII de vivienda y III de comunidades indígenas. Lima: INEI.

Augé, M. (2009). Los no lugares. Espacios de anonimato: antropología sobre modernidad. Barcelona: GEDISA.Castells, M. (2006). La sociedad red: una visión global. Madrid: Alianza Editorial.

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