Espiritualidad

Somos herederos de un gran tesoro: la Espiritualidad Ignaciana

En los tiempos posmodernos, esta espiritualidad puede ser una brújula para el peregrino, una guía para encontrar el camino en medio de las incertidumbres y saber cómo actuar. Nos invita a «buscar y hallar a Dios en todas las cosas», a ser contemplativos en la acción, afinando el oído del corazón para descubrir dónde actúa el Espíritu, incluso cuando todo parece oscuro.

Nos impulsa a despojarnos de todo lo que impide vivir con libertad y reverencia; a poner todo de nuestra parte para que el Dios revelado en Jesucristo sea conocido, amado y seguido.

Nos llama a sentirnos parte de un todo, porque en todo habita el Creador y Señor de la vida.
Y nos anima a caminar con otros como amigos en el Señor, siendo parte del gran cuerpo apostólico.

No estamos solos: Nuestra Señora camina con nosotros y nos pone con su Hijo, ensanchando el corazón para amar y servir más.

Además, en un mundo fragmentado y sediento de sentido, la espiritualidad ignaciana nos invita a una respuesta comprometida: discernir con valentía, servir con generosidad y vivir con esperanza. Porque seguir a Jesús al estilo de Ignacio es vivir con los ojos abiertos, el corazón disponible y los pies en camino.

Reunión anual de Directores de Centros de Espiritualidad de la CPAL - 2025

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Maletín del Colaborador