Cuidado de la Creación

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Editorial del informativo InfoCPAL – Edición #6, correspondiente al mes de septiembre

El cuidado de la Casa Común no es una opción secundaria en nuestra misión: es el lugar donde se teje la reconciliación con Dios, con los demás y con la creación. Hoy, más que nunca, nos urge responder con esperanza y acción a los clamores de la Tierra y de los pobres. 

Este llamado no es nuevo: ha resonado con fuerza desde la encíclica Laudato Si’, donde el Papa Francisco nos recuerda que todo está interconectado y que la crisis climática es también una crisis social y espiritual. La prioridad apostólica de la Compañía de Jesús nos sitúa en ese mismo horizonte: responder de manera integral a los clamores de la Tierra y de los más pobres.

En este contexto, en el camino hacia la COP30, la Compañía de Jesús articula a nivel global, dos líneas complementarias de trabajo: formación y sensibilización del cuerpo apostólico, mediante recursos pedagógicos, oración común y comunicación sostenida, e incidencia programática, centrada en una declaración global y un policy brief con propuestas concretas y abiertas a adhesiones institucionales con cuatro llamados:

  1. Cancelar la deuda de los países pobres: En América Latina, varios países destinan más recursos al pago de la deuda externa que a la salud, la educación o la protección ambiental. En Argentina y Ecuador, por ejemplo, la presión del endeudamiento limita la inversión en energías limpias o en programas sociales que podrían mitigar los efectos del cambio climático. Cancelar o renegociar estas deudas significa liberar fuerzas para priorizar a las personas y no a los acreedores.
  2. Fortalecer el Fondo de Pérdidas y Daños: Haití, Honduras y Guatemala son de los países más vulnerables al impacto de huracanes e inundaciones. Las comunidades rurales, que apenas han contribuido a las emisiones globales, pierden cosechas, viviendas y medios de vida. Un fondo internacional sólido permitiría reconstruir con dignidad y abrir nuevas oportunidades a quienes hoy cargan con las consecuencias más duras de una crisis que no provocaron.
  3. Impulsar una transición energética justa: En Colombia y México, la expansión de proyectos extractivos para energías “verdes”, como la minería del litio o del carbón de exportación, ha generado conflictos con pueblos indígenas y campesinos. La transición energética solo será justa si respeta sus derechos, protege sus territorios y se construye con su participación. La Amazonía, pulmón del planeta, nos recuerda que la vida de las comunidades y la de la naturaleza están profundamente entrelazadas.
  4. Promover sistemas alimentarios agroecológicos: En Brasil y Centroamérica, la agroindustria basada en monocultivos ha desplazado a miles de familias campesinas y degradado suelos fértiles. Frente a ello, emergen experiencias agroecológicas en manos de comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas que producen alimentos sanos, fortalecen la soberanía alimentaria y cuidan la biodiversidad. Son semillas de un futuro sostenible y justo.

Responder a este llamado es también profundizar en nuestra vocación ignaciana de reconciliación. El cierre del Tiempo de la Creación y el tramo final hacia la COP30 constituyen una oportunidad para ordenar prioridades, medir avances y reforzar alianzas. Cada paso hacia la justicia climática es un paso hacia una fe que se hace justicia y hacia una Iglesia que acompaña la vida en abundancia.

Como cuerpo apostólico, estamos invitados a unir oración y compromiso, contemplación y acción. Sumarnos a esta campaña es asumir que el cuidado de la Casa Común es parte esencial de nuestra misión.

No dejemos para mañana lo que el Espíritu nos pide hoy: actuar unidos por la justicia climática y la vida de todos.

Editorial InfoCPAL

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