Caminar con los Excluidos

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Editorial del informativo InfoCPAL – Edición #5, correspondiente al mes de agosto

Una constante en la oración de San Ignacio era pedir a Nuestra Señora “ser puestos con el Hijo, para cargar su cruz”. Como jesuitas en Latinoamérica, reconocemos que esa gracia se nos ha concedido en el caminar con los excluidos, que constituye una marca indeleble de nuestra misión en estas tierras. Como verdadera gracia, rompe la lógica del merecer o del poder, nos invita constantemente a remar mar adentro y a buscar aquella “audacia de lo imposible” a la que el P. Arturo Sosa nos desafió como cuerpo universal. 

En este mes de agosto que conmemoramos el Día de los Pueblos Indígenas, recordamos a José de Anchieta, Ruiz de Montoya, Eusebio Kino y tantos otros que, desde nuestra llegada a estas tierras, nos colocaron al lado de los pueblos originarios. Nuestra misión con y entre ellos nos ha permitido contemplar al Cristo que padece el rechazo del mundo, al compartir la fe hemos sido testigos del evangelio encarnado y sus cosmovisiones han despertado en nosotros una progresiva consciencia ecológica. Actualmente su memoria nos sigue impulsando a comprometernos con la causa indígena, a sumarnos a sus luchas y a celebrar con ellos, dando gracias al Dios de la Vida.

Así mismo, este mes fue ocasión para hacer memoria de San Alberto Hurtado, incansable apóstol de la misericordia. Fue en el encuentro con los excluidos, sin techo y sin hogar, donde el Padre Hurtado escuchó la voz de Dios que dinamizaría su existencia hasta el final. Al cumplirse los veinte años de su canonización, su voz nos sigue animando a estar cerca de quienes sufren. En un mundo cada vez más polarizado, hacemos eco de sus palabras: 

“Hay dos mundos demasiado distantes: el de los que sufren y el de los que gozan, y deber nuestro es recordar que somos hermanos y que en toda verdadera familia la paz y los sufrimientos son comunes.”

Nuestro caminar nos ha llevado también a estar al lado de las juventudes, especialmente en esta época marcada por el desánimo frente al por venir, cuando pareciera que no tenemos motivos para soñar. Sin embargo, en escuelas, colegios, parroquias, misiones y tantos otros lugares, la fe que renace en las comunidades juveniles nos impulsa a mirar la realidad con los ojos de la fe y a “esperar contra toda esperanza” (Rm 4, 18). Las y los jóvenes, en su mayoría pobres, son un lugar teológico donde escuchamos la voz de Dios y encontramos nuevas rutas en nuestro peregrinar. En medio de la incertidumbre y de la inestabilidad, nos sentimos llamados a mirar al horizonte y a colaborar en la construcción de un futuro esperanzador. 

Agradecemos profundamente esta Gracia de ser puestos con el Hijo presente en tantos rostros. Para cooperar activamente con ella, somos invitados a mantener el movimiento que conlleva el cargar su cruz. Es decir, a salir de los sitios cómodos y familiares para encontrar a los excluidos allí donde nuestro sistema los ha relegado. La emergencia climática nos exige una conversión ecológica; la polarización y la cultura del descarte nos invitan a seguir construyendo hogares de encuentro y reconciliación; la incertidumbre nos lleva a mirar con reverencia la realidad y a discernir en ella la presencia del Espíritu. En todo esto hay cruz, lo sabemos, pero recordamos las palabras de nuestro hermano Francisco “Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza.” (Laudato Si’ n. 244).

Editorial InfoCPAL

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