Jesuitas se movilizan para ayudar a las víctimas de las inundaciones en el Sur de Brasil

En 2024, el estado de Rio Grande do Sul, localizado en la región sur de Brasil, enfrentó una de las mayores tragedias climáticas de su historia. Las intensas lluvias y las inundaciones afectaron 2,4 millones de personas, conforme datos oficiales. En total, 478 municipios fueron afectados y, hasta ahora, están en proceso de recuperación de las pérdidas sufridas.

La acción de instituciones jesuitas ha sido fundamental en esta caminada. A finales del mes de febrero de 2025, el curso de Arquitectura y Urbanismo de la Universidade do Vale do Rio dos Sinos (Unisinos), por medio de su oficina Modelo (Emau), concluyó un proyecto de revitalización del espacio de recreación de la Escuela Municipal de Enseñanza fundamental “Maria Edila da Silva Schmidt”, en San Leopoldo (RS). Correspondió a la Secretaría Municipal de Educación local el abastecimiento de materiales y mano de obra para la ejecución de la iniciativa. Gracias a esa unión fue posible readaptar el local y transformarlo en un ambiente más acogedor y seguro para los niños.

El Emau organizó también un taller para involucrar a los estudiantes de la escuela en la revitalización del patio. Se sembraron nuevas plantas y se pintó el muro de la escuela, en colaboración con el arquitecto y artista plástico Fernando Cardoso, egresado de Unisinos. Ahora, en marzo, fueron instalados los módulos de recreación para estimular la creatividad e interacción, y garantizar accesibilidad para los niños de diferentes edades. Los equipos se adquirieron por medio de donaciones del Espacio Colaborativo de Unisinos y del programa UniSolidariedade.

Además de esa acción en la escuela municipal de San Leopoldo, fue muy importante la solidaridad de diferentes obras jesuitas para ayudar a las víctimas. Por ejemplo, se recaudaron donaciones por valor de más de un millón de dólares estadounidenses, incluyendo más de 92.700 productos de higiene y limpieza, entre otras cosas.

En el Centro deportivo y recreativo de Unisinos, en San Leopoldo, fueron acogidas aproximadamente 1.500 personas, transformando el campus en el mayor albergue de la ciudad. El desafío de garantizar condiciones dignas de permanencia fue enfrentado por medio de una amplia operación logística: bajo supervisión de nutricionistas, se preparaban y servían diariamente seis comidas a los albergados, totalizando 2.000 comidas por turno y 5.000 bocados distribuidos diariamente.

Muchas iniciativas se desarrollaron en las más diversas áreas. La salud de las personas en el albergue fue prioridad. En el ambulatorio montado en el local, profesores, alumnos y egresados del área médica se ofrecieron como voluntarios para ofrecer consultas, administrar medicamentos y acompañar ancianos y enfermos en cama. Ante la falta de agua potable, la Universidad desarrolló rápidamente un sistema simplificado de tratamiento, capaz de procesar 1.500 litros por hora.

En Porto Alegre, capital del Estado, el Colegio Anchieta, que integra la Red Jesuita de Educación Básica de la Provincia de Brasil, también se movilizó: cerca de 200 personas fueron acogidas en el espacio de convivencia del Morro do Sabiá. En el mismo local, voluntarios se turnaban los tres servicios de donación, preparación de los alimentos y la realización de actividades recreativas para los niños y adolescentes. La estructura del Colegio también se puso a disposición para que profesores, funcionarios y sus familiares, afectados también por las inundaciones, pudieran tener acceso a agua potable y energía eléctrica.

De las más de dos millones de personas afectadas por la creciente, se estima que 43 mil necesitan de protección internacional. El servicio Jesuita a Migrantes y Refugiados (SJMR) apoyó a más de 3.500 personas, ofreciendo sesiones de orientación sobre derechos, beneficios de emergencia, apoyo con documentación y registro de necesidades en comunidades afectadas. De ese total, casi mil familias recibieron asistencia financiera directa para garantizar alimentación e higiene.

En las comunidades fueron identificadas personas que necesitaban oportunidades de trabajo y se ofrecieron cursos de profesiones, apoyo en la confección de currículos y ferias de empleo para participar de procesos de selección. El sector privado se movilizó para tratar de contratar formalmente a las personas refugiadas y migrantes identificadas y capacitadas para abrir oportunidades durante las ferias de empleo. En el período posterior a las inundaciones, de mayo a diciembre, en 500 solicitudes se atendió a cerca de 380 personas y 22 empresas movilizadas.

La inundación y las fuertes lluvias impactaron también directamente el centro de la Fundación Fe y Alegría en Porto Alegre y la comunidad del entorno. El local que atiende niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad y personas en situación de calle permaneció anegado durante cuatro semanas. Colaboradores, voluntarios y atendidos también perdieron sus casas. Desde el primer momento, Fe y Alegría estuvo comprometida a auxiliar sus educandos y familiares, colaboradores y comunidad en general, ofreciendo apoyo y distribuyendo donaciones.

En sus esfuerzos para reconstruir el Centro y retomar las actividades, la Fundación lanzó una campaña on-line para donaciones directas y movilizó colaboradores locales y de cooperación internacional, además de otras obras de la Compañía, lo que resultó en más de 2 millones de Reales como respuesta a la emergencia.

La capacidad de movilización de la Compañía de Jesús demostró que, en momentos de crisis, la solidaridad resulta ser una fuerza poderosa. Con acciones coordinadas, donaciones y dedicación de voluntarios, fue posible ofrecer soporte físico, emocional y espiritual para aquellos que más necesitaban. Aunque todavía quedan las marcas de la inundación, también quedan los testimonios de compasión y resiliencia.

Con información de Jesuitas Global

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