Con motivo de la Asamblea General del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad en la Iglesia, cada semana les traemos el testimonio de uno de los participantes. Entre los miembros de la Asamblea hay 14 jesuitas. Entre los expertos y facilitadores, hay 8. Otras tres personas, mujeres, están estrechamente vinculadas a la Compañía de Jesús. Hoy, el testimonio del Cardenal Michael Czerny, jesuita y Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Participó en el retiro de tres días que precedió a la Asamblea.

El retiro (del 1 al 3 de octubre) comenzó para mí la víspera, durante la Vigilia de Oración en la Plaza San Pedro, magníficamente orquestada por la Comunidad de Taizé, cuando un coro ucraniano dirigió a casi 18.000 cristianos de todas las confesiones cantando el “Halleluia” de mi compatriota de Montreal Leonard Cohen.

En una casa de ejercicios construida como una aldea en la campiña romana, unos 300 miembros del Sínodo comenzamos a caminar juntos: miembros de la jerarquía, del clero, religiosos, laicos. La abadesa benedictina Ignazia Angelini introdujo el Evangelio en Laudes y antes de la Misa, enlazándolo siempre con el camino sinodal, y el antiguo Maestro General de los Dominicos, Timothy Radcliffe, nos hizo meditar sobre la Transfiguración (en Marcos 9).

En Cesarea de Filipo, la comunidad de los discípulos, en peor desorden que la Iglesia de hoy, entra en crisis. Una semana más tarde, Jesús lleva a tres de ellos a un breve retiro al monte Tabor. Allí oyen la voz del Padre: “¡Escúchenle!”, antes de embarcarse en el primer Sínodo, la subida a Jerusalén, donde Jesús sufrirá, morirá y resucitará.

El Cardenal Michael Czerny SJ.

El retiro nos enseñó a Escuchar, una dinámica indispensable no sólo del Sínodo, sino de toda renovación de la Iglesia. Hubo seis momentos.

En primer lugar, estamos divididos por diferentes esperanzas para la Iglesia, y necesitamos alimentarnos con la esperanza de la Eucaristía, que nos lleva más allá de nuestras diversas esperanzas, aparentemente incompatibles.

En segundo lugar, estamos divididos por diferentes concepciones, aparentemente contradictorias, de la Iglesia como nuestro hogar. En la historia continua, el Verbo pone su tienda entre nosotros, y nos invita a estar en casa para siempre en la infinidad de la Casa del Padre.

Superar nuestras divisiones requiere amistad. ¿Podemos atrevernos a tender la mano en amistad a aquellos con los que no estamos de acuerdo, y recibir también su amistad?

En cuarto lugar, la gracia que buscamos: aprender el arte de la Conversación en el Espíritu, que es el método elegido para este sínodo, que trata de la sinodalidad. Y, de hecho, cada una de las tres tardes, hubo una sesión de dicha conversación, en grupos de 10 a 12 personas. Iluminados por las meditaciones, aprendimos practicándola.

Capilla del centro de espiritualidad Fraterna Domus, cerca de Roma.

La quinta versó sobre la misteriosa e inconfundible Autoridad con la que habla Jesús (Mt 7,29). A esto debe aspirar toda autoridad eclesiástica, enraizada en nuestro bautismo común y orientada a la misión de la Iglesia. Tres formas encarnaban la autoridad en la Transfiguración: la belleza (la gloriosa aparición de Jesús), la bondad (Moisés, el amigo del Señor) y la verdad (Elías, que hablaba y vivía la verdad). ¿Cuál de estos elementos podría faltar en la forma en que se ejerce la autoridad hoy en día en los diferentes apostolados y responsabilidades de la Iglesia?

Sexto, la Verdad en la Escritura y en toda la Tradición es sólida e indefectible, no estática, ni uniforme, ni relativa. Así pues, nuestro proceso sinodal puede encontrarse a diario con este desafío tan contundente: ¿cómo voy a decir la verdad sin derribar al otro? Habrá momentos dolorosos, de sufrimiento y de muerte, pues vamos de camino a Jerusalén, y Jesús promete que “el Espíritu les guiará hacia toda la verdad” (Jn 16,13).

Por lo tanto, después de tres días, regresamos a Roma para, apoyándonos en el Espíritu Santo, recorrer el camino del Sínodo sobre la sinodalidad: comunión, participación, misión.

 

Cardenal Michael Czerny SJ

Con información de jesuits.global