Encomendemos en nuestras oraciones el eterno descanso del padre Sergio Zañartu SJ y del padre Eliseo Órdenes SJ de la Provincia de Chile, quienes vivieron su pascua en los últimos días. Agradecemos por sus vidas, por sus frutos y total entrega en la Compañía de Jesús.

Sergio Zañartu SJ

El padre Sergio ingresó a la Compañía de Jesús a los 14, fue sacerdote durante 60 años y partió a la casa del padre a los 88 años de edad.

Amante de las letras en el juniorado y de la dialéctica en filosofía, su amor definitivo fue la teología. Primero en Argentina, marcado por el profesor Joaquín Aduriz; después en Francia, donde hizo estudios sobre el judeo-cristianismo bajo la dirección del P. Danielou. Pero como su investigación no coincidía con las de su profesor guía, en gesto muy suyo abandonó el doctorado y regresó a Chile a comenzar otro doctorado, esta vez sobre Ignacio de Antioquía. Como tenía otras ocupaciones, así tardó ocho años en sacarlo, lo que da cuenta de un rasgo muy suyo, la constancia.

Estuvo 40 años al servicio de la Universidad Católica, 33 de ellos en la docencia e investigación, lo que motivó que la Universidad lo destacara con un honroso premio. Para él la investigación era inseparable de la docencia, de la pastoral y de la vida espiritual. Al comenzar cada clase invitaba un momento a dar gracias a Dios por lo estudiado y aprendido con la mente y el corazón. Sus alumnos valoraban su rigor intelectual y la perseverancia en el trabajo. Era parco y exigente en poner notas en las pruebas del semestre, pero generoso y lleno de bondad en los exámenes finales, con lo que lograba que todos caminaran a buen paso. Publicó doctos trabajos sobre Trinidad y Cristologia en los primeros siglos. Esto le valió reconocimientos de parte de la Universidad y de la Santa Sede, que lo nombró miembro de la Comisión Teológica Internacional.

Una vez jubilado de la Facultad siguió trabajando en los Padres de la Iglesia hasta tres o cuatro años antes de su muerte. Desde ahí entró en un misterioso silencio teológico porque sentía que no tenía algo nuevo que investigar.

El Señor lo ha llamado en la fiesta de San Cirilo de Alejandría, uno de los autores importantes de las luchas trinitarias. Sergio goza ahora del conocimiento sin velos de la gloria de Dios encompañía de tantos que él quería y que lo quisieron. Sergio, que descanses en paz. ¡Amén!

 

Eliseo Órdenes SJ

El padre Eliseo partió a la casa del padre a los 98 años de edad, 73 años en la Compañía de Jesús y 48 años de sacerdocio.

Su labor como hermano jesuita en la compañía comenzó en abril de 1949. En un comienzo trabajó encuadernando libros en la biblioteca de Padre Hurtado. Sin embargo, al poco tiempo sintió una carencia. Tenía inquietud por el sacerdocio y así se lo contó a su superior de entonces, el padre Carlos Aldunate, quien le dijo en esa oportunidad: “en la Compañía ni pienses”.

Pasaron 20 años, cuando una mañana llegó el entonces padre rector de la casa de Padre Hurtado, Arturo Gaete y el padre José Aldunate, quien había sido designado como nuevo Provincial, a la puerta de su habitación. No se alcanzó ni a poner de pie. El padre Aldunate le preguntó: “¿Por qué quieres tú ser sacerdote?”. En ese momento contestó sin pensar una frase que le salió desde un lugar muy profun- do y que recordaría hasta el final de sus días: “Porque la misa que yo diría no la va a decir nadie en el mundo”.

Los visitantes se fueron. A la semana siguiente lo llamaron y le dijeron que el padre Juan Lodo le iba a enseñar algunos rudimentos de Teología. Al final de ese año, le dijeron que iría a estudiar Teología a la Universidad Católica. El tema de su tesis fue sobre discapacidad visual y sacerdocio. Para realizarla, entrevistó sacer- dotes de todo el mundo, constatando que no se conocían casos similares al suyo. El más cercano era el de un sacerdote benedictino brasilero que había quedado ciego dos años antes de ordenarse, pero que había comenzado sus estudios siendo vidente. La tesis fue aprobada, llegó la autorización de Roma y el 18 de diciembre de 1971 fue ordenado sacerdote.

El padre Eliseo Órdenes amaba el ejercicio del sacerdocio: celebrar misas, confirmar, hacer misiones, aplicar los sacramentos. Todo ello era, para él, una fuente de felicidad muy grande. Fue capellán en varios conventos de religiosas. Sobre todo, sentía una conexión y fidelidad muy grande con la celebración de la misa. Por esa razón, nunca dejó de celebrarla. Ni siquiera la vez que estuvo hospitalizado, cuando siguió haciéndola desde su cama.

Durante más de 40 años estuvo trabajando en radio y siguió haciéndolo hasta el final. Más de 15 emisoras de Santiago, Valparaíso, San Antonio y Talagante dieron espacio a sus programas. En estos se dedicaba a difundir la palabra de Dios, a aplicar las escrituras de manera pertinente al acontecer diario y, por su puesto, a celebrar con cariño la Santa Misa. Descanse en Paz, ¡Amén!