La Provincia jesuita de Colombia realizó Ejercicios Espirituales con los jóvenes de colegios vulnerables de Pasto, gracias al Programa Claver de la CPAL, el cual promueve su realización para grupos populares.

 

El proyecto que tenía por objetivo ofrecer la vivencia de la elaboración de un proyecto de vida desde la espiritualidad, para de esta manera propiciar un acercamiento por parte de los jóvenes a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, se llevó a cabo con una profunda satisfacción de haber logrado en la mayoría de los jóvenes asistente que, desde su realidad y la aceptación de sí mismos, inicien la búsqueda de su principio y fundamento como resultado del profundo amor con el que fueron creados por un Dios compasivo y misericordioso que ha estado presente en su historia desde siempre y es el origen de la verdadera libertad y alegría en la vida.

La gran aventura inició el 8 de julio con la visita a uno de los colegios, el María Nazaret. Al principio no fue nada fácil, pues los jóvenes ven la espiritualidad encasillada con una religiosidad que los cohíbe, como lo dijo Gabriel: “los adultos nos juzgan desde la religiosidad sin tener en cuenta lo que estamos en realidad viviendo”, y así lo sienten la mayoría, pues esa opinión fue un poco generalizada en todos los colegios que visitamos. Ante esto, los espacios que les brindamos fueron encaminados a propiciar en ellos, desde la espiritualidad, un encuentro consigo mismos, y desde el primer momento los cuestionó y les sembró la inquietud de iniciar la búsqueda de su esencia a través de su historia.

Desde ese día cada mes visitamos las instituciones con las que tuvimos acercamiento, la institución educativa Municipal Pedagógico, la institución educativa Municipal San Juan Bosco, la institución educativa Municipal Ciudadela, la institución Casa del joven, la institución educativa Municipal María Nazaret y los jóvenes de la comunidad Juvenil Jesuita, las cuales abrieron sus puertas a la Compañía de Jesús con la gran expectativa de que podamos compartir espacios de crecimiento espiritual que cuestione en los jóvenes ese deseo de encontrarse como seres valiosos constructores de sociedad.

Las reacciones no se hicieron esperar, como lo afirmamos anteriormente, en algunos colegios (sobre todo en los no confesionales), causó gran intriga el trabajo que iniciamos. Primero hubo cierto rechazo, pero poco a poco, por medio de talleres y dinámicas, los jóvenes fueron abriendo sus corazones, pues comprendieron que eran espacios necesarios para su vida, para conocerse, para aceptarse, para amarse y para amar sin juzgar, pues esta vez ellos no eran juzgados. Sintieron cómo la misericordia es el mejor sentimiento hacia sí mismo y hacia los demás, comprendieron que no tienen que ser perfectos si no humanos, a veces falibles, pero capaces de aprender con cada herida de la vida, pues lo más valioso es cada cicatriz que a todos nos enseña como vivir.

Después de estos encuentros, que podríamos decir fueron preparatorios para vivir unos Ejercicios Espirituales de 2 días y en algunos casos de 1 día, los recibimos con gran alegría y optimismo en la Casa de Ejercicios de San Ignacio de la ciudad de Pasto (Colombia), que con su belleza y paz evoca realmente a la vivencia de la espiritualidad desde su llegada. Para ellos, el estar en un sitio como este, ya era sentirse amado, pues cada detalle fue pensado en su comodidad y en propiciarles un espacio en el que se sientan especiales, afortunados, y así fue.

Su Llegada

De las cosas más emotivas que vivimos quienes estuvimos cerca de ellos fue ver su admiración al ver una habitación solo para ellos, una cama para ellos solos, un baño "y con luz", como repetían, "esta habitación es más grande que mi casa", "me siento como una princesa", dijeron varias niñas, fueron afirmaciones que estremecían el corazón y nos alentaban cada vez más en que teníamos que dar el corazón en cada retiro, pues con su presencia sentimos a Dios más cerca que nunca, ellos fueron para nosotros la presencia viva de Cristo.

Así iniciamos, con una bienvenida, su habitación cálida y un comedor en el que les sirvieron excelentes comidas al que sus ojos no daban crédito de lo que veían y pedían tomarles fotos con las comidas en cada ocasión. Luego iniciamos los encuentros como tal, con unos ejercicios muy didácticos adaptados para que sean una vivencia que les permita sentir el amor de Dios a través de su vida. Todo empezó con un viaje por su historia. Conocimos historias de vida desgarradoras, de donde pudimos juntos encontrar donde se quedó aquel niño que dejó de soñar ya que, en la mayoría de los casos, ante su contexto viven con mucha desesperanza, no ven salida de su realidad. Fue al principio triste, en algunos casos sus recuerdos no son los más alentadores, pero poco a poco fueron encontrando cómo Dios ha sostenido sus vidas y no los ha abandonado, aunque ellos se hubieran alejado de Él en algún momento.

Fue bastante reconfortante para ellos sentir que Dios es un Dios misericordioso, que modela corazones con misericordia. Para trabajar estos ejercicios nos valimos también de unas vasijas de barro, en las que ellos representaron sus vidas, lo bueno y lo que verdaderamente son, pero también reflejaron todo aquello que ha bloqueado la acción de Dios en algunas circunstancias de sus vidas, y que realmente los distancia de su verdadera esencia como seres humanos, esto los llevó a cuestionarse sobre el perdón que necesitan regalarse, la culpa de la que necesitan liberarse y liberar a otros así como ellos lo desean, este momento será inolvidable para muchos, este ejercicio les reveló las heridas que estaban sin sanar y que era hora de iniciar a confrontar, fue un difícil momento donde salieron realidades que jamás pensamos escuchar, sus vidas no eran fáciles, pero era hora volver a empezar con un corazón libre de odio y rencor, y sí, fueron valientes y enfrentaron sus heridas, tomaron la mayoría la decisión de perdonar, de liberarse y compartir sus sentimientos con el grupo y eso los ayudo a sanar, hubo llantos, desolación, consolación, pero al final decían en sus palabras “me siento livianito” y muchos estaban decididos a arreglar sus situaciones cuando salgan.

Las instituciones también colaboraron mucho, los padres de familia enviaron cartas a sus hijos donde expresaban sus sentimientos de amor, aliento y en algunos casos también de perdón, fue un momento maravilloso, pues reconocieron lo valiosos que son sus padres y como Dios se hace presente por medio de ellos en cada circunstancia, reconocieron que no están solos y que en la reconstrucción de sus vidas no está mal pedir ayuda, una vez más reconocieron que son seres humanos falibles que necesitan de los demás. Que importante fue para sus vidas reconocer a un Jesús humano, presente en todas las cosas y en todas las causas, modelo de vida para comprender que dirección tomar, ya no caminan solos, caminan de su mano con ternura, con la seguridad de que son capaces de potenciar su realidad, de ser más para servir mejor, a una sociedad ávida de jóvenes pensantes, inquietos, con el deseo de buscar y encontrarse, y convertirse en agentes de cambio transformadores de la realidad en que viven hacia un futuro alentador. Ellos se fueron felices y nosotros quedamos con el compromiso de continuar.

Y así terminamos nuestros retiros el día 10 de diciembre, un poco cansados físicamente, pero con el corazón más vivo que nunca pues nos dimos cuenta que jóvenes deseosos de libertad y felicidad de Cristo hay muchos, pero no lo saben, les hace falta conocer la buena noticia, la cercanía del Reino de Dios, escuchar que siempre es posible volver empezar, y que más vale tener muchas cicatrices que nunca haberse atrevido sanar.

 

Imágenes e información de Jesuitas Colombia