Acoger o rechazar el clamor de los explotados

Pobreza / ExclusiónAnálisis latinoamericano

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Título
Acoger o rechazar el clamor de los explotados
Tipo de contenido
Otro
Lenguaje
Español
Descripción

La pobreza y la exclusión en América Latina nos interpela en lo económico, cultural, religioso, histórico, eclesial y teológico.

En la introducción del documento, el P. Víctor Codina escribe que estamos acostumbrados a que los pueblos del Tercer mundo, las gentes que vienen de aquellas tierras, siempre nos pidan cosas: dinero, ayuda. etc... Esta colaboración, es siempre necesaria. Pero hoy no quiere pedir, sino ofrecer, dar, agradecer... No tenemos ni oro ni plata, nuestro don, lo que el Tercer mundo puede ofrecer a los países ricos, es su misma pobreza; es el clamor de los países pobres, sus interrogantes, sus problemas, a semejanza de lo que los niños pueden dar al mundo de los adultos, que no es madurez, ni fuerza, ni experiencia, sino su propia visión del mundo desde su debilidad y su impotencia. Y este ofrecimiento es interpelante.

Tal como ya se ha escrito, el único sacramento absolutamente necesario, es el sacramento de los pobres. Pero es un sacramento duro, amargo, nada agradable a nuestra sensibilidad. Es un sacramento no litúrgico, sino profético. El Tercer mundo ejerce ante el Primer mundo la misma función profética que los profetas de Israel ejercían durante el tiempo de la monarquía davídica y salomónica. Los profetas recuerdan siempre el plan de Dios, las exigencias del Éxodo, la alianza; lo mismo que Moisés reclamaba al Faraón. El Primer mundo viene a ser como la monarquía davídica y salomónica que ha olvidado el plan de Dios y tiene que escuchar la voz de los profetas, la voz del Tercer mundo, que tiene también los suyos (Romero, Helder Cámara, por no citar a otros, como Gandhi o Desmond Tutu).

Continúa señalando que, hoy, quisiéramos fijarnos en un tipo de profecía colectiva, de todo un pueblo, en el grito anónimo de millones de seres que claman y se hacen oír. En América Latina, este clamor, que ya se oía en Medellín, (Pobreza de la Iglesia, n. 2), se oye en Puebla con claridad, de manera creciente e impetuosa (Puebla, 89). Recogiendo algunas de las interpretaciones de los profetas de Israel a la monarquía davídica y salomónica, se puede decir, siguiendo a Walter Broegmann, que, frente a un mundo de abundancia y consumo, el Tercer mundo le recuerda el hambre de la mayor parte de la Humanidad. A un mundo que se vuelve cada vez más racional y racionalista, el Tercer mundo le recuerda la dimensión del misterio. A un mundo que busca el orden ante todo, el Tercer mundo le recuerda la prioridad del sufrimiento, el pathos. A un mundo optimista y estancado en el presente, le recuerda el futuro y el clamor de un pueblo. A un mundo cerrado en la inmanencia, le recuerda la trascendencia de Dios . A un mundo domesticado le recuerda que es necesario buscar alternativas de futuro. A un mundo en el que unos pocos viven en el lujo, le recuerda la necesidad de justicia y compasión. A un mundo que alardea de realismo, le recuerda la importancia de la imaginación. A un mundo frío e insensible al dolor, le recuerda la ternura y la sensibilidad al dolor de los otros. A un mundo que cierra los ojos y no quiere saber nada de lo que pasa más allá de sus puertas, le recuerda que tiene que saber “la verdadera historia”. A un mundo vacío de simbología, el Tercer mundo le ofrece símbolos de vida. A un mundo que considera que la muerte es un tabú irresistible, el clamor del Tercer mundo le anuncia lo que será definitivo, el fin último, la escatología.

Fecha de publicación
Diciembre 1987