La Iglesia como Pueblo de Dios fue una de las grandes aportaciones del Vaticano II. Ahora bien, ¿sabemos lo que afirmamos al decir que la Iglesia es el Pueblo de Dios? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Qué estructura puede o debe tener el Pueblo de Dios? ¿Es absolutamente necesaria, teológicamente, su estructura jerárquica? La aportación del autor, especialista en Antiguo Testamento, pretende hacer frente a la crisis actual y aportar perspectivas enriquecedoras para superarla.