En la espiritualidad ignaciana, una de las mediaciones que usamos en la vida espiritual fue desde la época de San Ignacio de Loyola un pequeño ejercicio descrito en el número 43 del libro de los Ejercicios Espirituales como “Modo de hacer el examen general...”. El autor explica que cuando se indaga sobre las razones de la importancia singular que ese ejercicio tiene en la espiritualidad dejada por Ignacio, somos conducidos a percibir que el examen cotidiano ocupó un lugar central en la experiencia espiritual del fundador de la Compañía de Jesús y de sus primeros compañeros. Así, será mirando al interior de esta experiencia que podremos (re)descubrir el grado de importancia que el examen debe tener también en la vida espiritual de los hombres y mujeres que, en nuestra época, se disponen a seguir los pasos del Peregrino.