Documental del papa Francisco disponible en la plataforma streaming Star+

El papa Francisco se ha reunido con diez jóvenes, de entre 20 y 25 años de edad, para hablar de los temas que ellos han querido abordar con él; sin duda, de los asuntos más controvertidos hoy en la Iglesia: pederastia, aborto, migración y racismo, corrupción dentro de la Iglesia, abuso de poder, colonialismo de la evangelización, feminismo, diversidad sexual, pornografía, etc. La conversación fue en español, pero la realidad de las personas jóvenes es muy variada: tres son varones y siete son mujeres; hay de España, de América Latina, de India, Senegal; algunas fueron educadas como católicas y hoy han abandonado la religión.

Al ser temas tan delicados y ríspidos, no hubo en toda la conversación, de 80 minutos, de parte de nadie, ninguna palabra de condena o de juicio, ningún reclamo violento, ninguna cerrazón para escuchar, y tampoco para dejar de hablar, ninguna imposición de un modo de pensar. Al ser personas tan diferentes en edad, cultura, origen, prácticas, resulta notable un diálogo tan fluido, cuando de hecho hay más de 60 años de diferencia de edad entre las jóvenes y Francisco.

Quizás el título no es el más apropiado, «Francisco responde», sino, más bien, «Francisco escucha». Contando con el medio elegido —una charla grabada a modo de película documental—, a todos nos puede dejar la pregunta: ¿Y yo qué hubiera dicho, cómo me hubiera comportado? ¿Cuál habría sido mi reacción como persona católica si me veo ante una opinión diversa a la mía?

Más allá de la materia misma de opinión de cada persona, me parece que hay algunas actitudes con las que el papa y los jóvenes logran crear un diálogo lleno de respeto, comprensión, autenticidad, que mucho nos puede enseñar. Estas actitudes son básicamente tres: 1) querer encontrarse con otras personas que no piensan como yo; no con quienes piensan igual; 2) saber escuchar a los otros, en una escucha con los oídos y el corazón abiertos, sin juicios ni prejuicios, ni posturas personales cerradas, y 3) abrirse a compartir desde la propia experiencia y realidad, aunque ésta sea mucha veces dolorosa, íntima, única.

Después de unos primeros minutos de nerviosismo para comenzar —tanto en los jóvenes como en el papa—, viene después una sensación de transparencia, de sinceridad, de libertad, que va uniendo en calidez y empatía al grupo. Con esas actitudes que todas las personas han puesto —cada una a su modo—, los asuntos y problemas van tomando su lugar y su abordaje, e incluso su coincidencia. Son asuntos que parten de la vida, no de posturas teóricas o ideológicas, no de ideas o doctrinas por defender (aunque el mismo papa desee responder con la enseñanza eclesial). Si los jóvenes tocan asuntos espinosos y delicados es porque sus personas han sufrido rechazos, racismo, abuso sexual, acoso escolar, explotación de gente eclesiástica, decepción por la vida de gente cercana cristiana, incomprensión y cerrazón a sus inquietudes…

Cuando es la vida, no las ideas, lo que está en juego, unos y otros van coincidiendo en que es la humanidad y la persona la que está en el centro, que es la vida la que hay que salvar y aprender a vivir, y que cada persona ha de encontrarse a solas frente a Dios y su propia conciencia para decir y decidir lo que quiere vivir en su existencia libre, junto a los demás.

Aunque con temas tan delicados como el aborto, el feminismo o la diversidad sexual, en que no sólo el papa tiene una opinión sino cada una de las demás personas, hay un punto en el que todos van encontrándose al buscar lo mejor de la vida para cada uno, cada una, en la dignidad y la libertad que no se le puede arrancar a nadie.

Van también coincidiendo en los empeños por buscar una sociedad y una Iglesia que eche fuera la corrupción, la falsedad, la hipocresía, la explotación, el abuso de poder, la injusticia. Francisco se lamenta de cuánto de esto hay en la misma Iglesia, o en la vida de algunos católicos, y apela con esperanza y fe a buscar una vida según el Evangelio, con coherencia, autenticidad, verdad. Mirar la realidad —dice él— desde Jesús y desde las periferias humanas; buscar la humanidad y la hermandad, porque así vamos caminando por donde Dios Padre quiere para todos. Este diálogo nos puede abrir caminos por transitar en los encuentros con personas muy diferentes, incluso no religiosas, con tal de que estemos dispuestos a aprender con un corazón abierto, como Francisco y estos jóvenes. Ellos han sido libres y valientes en este encuentro tan especial.

El autor de este documental —que puede verse en Star+— es el comunicador Jordi Évole, de 48 años de edad, nacido barcelonés de padres migrantes, y que se ha ganado un lugar en la TV española de opinión por la calidad de sus programas y la osadía de sus entrevistas. Ya en 2019 entrevistó al papa Francisco, gracias a lo sencillo y empático que él es, dice el presentador.

Tráiler del Documental aquí:

 

Luis García Orso, S.J.
Especialista en análisis de cine desde la espiritualidad ignaciana.

Con información de christus.jesuitasmexico.org