Serie de artículos de Adviento que reflejan horizontes de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús y tienen como perspectiva la Espiritualidad Ecológica.
“Está en el camino las cosas para llegar.
La llegada es hermosa, la víspera es hermosa
Eva es como el sol naciente,
Pero todavía está detrás de las montañas,
Flash que no mostró su cara.
La llegada es hermosa, porque siempre es nueva.
Llega el niño, llega el anciano, llega la mujer,
Los jóvenes, los blancos, los negros, todos llegan.
Y lo último que llega es la cara…
Para quien existió toda Eva.”[1]
Como Iglesia estamos viviendo la más hermosa de las vísperas: la espera por la venida del Niño Dios que se encarna, asume nuestra condición humana y nos une profundamente en comunión con toda la realidad creada. Cristo es la novedad llena de sentido que nos llega. Él es el rostro que hace existir toda Eva. Eso llena nuestros corazones de genuina alegría y esperanza, aún en medio de tantos males sociales, ambientales, políticos, económicos que se entrelazan. Un rostro que se revela a través de tantos otros rostros.
La juventud es uno de esos lugares teológicos donde Dios se nos revela y se hace presente en medio de nosotros. Una juventud que, aun con tantas amenazas a su plena existencia, permanece abierta al futuro, “con la esperanza de construir una vida digna en un mundo reconciliado y también en paz con el medio ambiente” (Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús 2019-2029).
Para que esta vida digna se alcance y se convierta en una realidad concreta, necesitamos tener el corazón y la mente abiertos a “una conversión ecológica, que consiste en dejar aflorar, en nuestras relaciones con el mundo que [nos] rodea, todas las consecuencias de el encuentro con Jesús» (Laudato si', 217).
La presencia de Cristo en medio de nosotros transforma. No hay manera de encontrarse con Él y permanecer en la apatía, ajenos a las realidades en las que vivimos, al dolor de los hermanos y hermanas, a los gemidos de la creación. El Papa Francisco, en su carta encíclica Laudato Si', nos recuerda que “todo está interconectado, y esto nos invita a desarrollar una espiritualidad de solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (Laudato Si', 240).
Como comunidad de fieles que vivimos la experiencia del encuentro con esta Trinidad que se encarna y nos da nueva vida, estamos llamados a ser solidarios y comprometernos, de manera especial, con la vida de los jóvenes, porque sabemos que “ si la juventud fallara, el rostro de Dios cambiaría”[2].
La acogida de la Buena Noticia que llega, por tanto, se puede hacer también a través de la atención a las llamadas y necesidades de los jóvenes. Desde la escucha activa y afectiva. Del camino que se realiza codo con codo, inspirados en la mística de los discípulos de Emaús. Del servicio que, a partir de la realidad concreta, dé cabida no sólo a un futuro, sino también a un presente ya lleno de esperanza, con horizontes de sentido.
En esta travesía, una manera de ayudar a los jóvenes a convertirse en una presencia transformadora en el mundo es motivarlos a elaborar sus proyectos de vida y, en lo posible, acompañarlos en este constante ejercicio creativo. Tomando las riendas de su vida, conociéndose profundamente, mirando sus historias, sus familias, sus relaciones afectivas y de amistad, el mundo que les rodea, los jóvenes van trazando los caminos a seguir, construyendo “proyectos de esperanza”, con consecuencias positivas para ellos mismos y también para el mundo que les rodea” (DURAU; CORREIA, 2020, p. 17)[3].
Así, siendo creado y creativo, ya que “el proyecto de vida es también un acto creador de la vida que se quiere vivir” (GABRIEL, 2020, p. 39)[4], el joven denuncia la destrucción y muerte de la vida, de naturaleza, de los hermanos, haciéndose capaz de anunciar un Reino de vida, de paz, de justicia y de armonía entre todas las criaturas. Mirando a Cristo, “el joven que proyecta su vida sabe quién es y hacia dónde puede ir” (DURAU, 2020, p. 59)[5].
Como nos recuerdan las Preferencias Apostólicas Universales, “los jóvenes son portadores de esta nueva forma de vida humana”. En este Adviento, recordemos buscar y construir con los jóvenes este nuevo comienzo, sabiendo que “la llegada está en las cosas del camino”. Es en la vida cotidiana, en la realidad concreta, a cada paso, que se nos acerca el horizonte del Reino. Es en el camino que vivimos proyectos de esperanza, esperando la venida de Cristo Salvador. “Que el nuestro sea un tiempo recordado por el despertar de una nueva reverencia por la vida, por la firme resolución de lograr la sostenibilidad, por la intensificación de la lucha por la justicia y la paz, y por la gozosa celebración de la vida” (Carta de la Tierra).
Clara Bezerra Baptista
Centro MAGIS Anchietanum.
Gestor Ambiental y Especialista en Juventud
en el Mundo Contemporáneo.
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[1] Autor desconocido.
[2] Extracto de la canción “La misma cara”, de Jorge Trevisol.
[3] DURAU, Odair José; CORREIA, Vanessa Araújo (eds.). Proyecto de vida para jóvenes: un camino metodológico de esperanza. São Paulo: Ediciones Loyola, 2020.
[4] GABRIEL, Raquel Omoto. Proyecto de vida: una metodología de sentido(s) y experiencia. En: DURAU, Odair José; CORREIA, Vanessa Araújo (eds.). Proyecto de vida para jóvenes: un camino metodológico de esperanza. São Paulo: Ediciones Loyola, 2020.
[5] DURAU, Odair José. Proyecto de vida y espiritualidad ignaciana. En: DURAU, Odair José; CORREIA, Vanessa Araújo (eds.). Proyecto de vida para jóvenes: un camino metodológico de esperanza. São Paulo: Ediciones Loyola, 2020.
Información de paamsj.org.br