Este sábado, 8 de octubre, la Asociación de Teólogas Españolas ha celebrado su primer Pintxo teológico del curso 2022-2023, “Miradas de las mujeres sobre la sinodalidad”, con la presencia de la religiosa francesa Natalie Becquart, socióloga y bachiller en filosofía y teología, consultora de la Secretaría General del Sínodo de obispos y subsecretaria del próximo Sínodo.

Becquart ha comenzado su charla en línea, a la que han asistido más de 70 personas, recordando a “las auditoras del Concilio Vaticano II de las que somos herederas” y de como “estamos viviendo la hora de las mujeres, ya que 60 años después del Concilio, en todas las comisiones del Sínodo hay en la actualidad mujeres laicas, célibes, casadas, religiosas”. En su opinión, la evolución real de la presencia de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, que es para ella un signo de los tiempos, “también se aprecia en la Iglesia”.

La religiosa francesa ha hablado en su charla de algunos de los retos a los que se enfrenta la Iglesia en este camino sinodal. El primero al que se ha referido, según propuso el papa Francisco, es la escucha: “la escucha de las mujeres y de los jóvenes, la escucha de la diversidad de las voces de las mujeres en el mundo”, según ha afirmado.

Para ella, como en el encuentro entre María e Isabel en la Visitación “las dos mujeres se escuchan y acogen el Espíritu que está en ambas. Las mujeres en este proceso sinodal somos germen, motores de sinodalidad y somos, además, parteras de la sinodalidad en la Iglesia”. Como ha explicado, “en esta iglesia en crisis, por diversas razones, hay algo nuevo que está surgiendo. Hay algo que está en marcha y naciendo, aunque el cambio no se va a producir de un día para otro”.

Asimismo, se ha referido a que hay “una llamada para que mujeres y hombres caminen juntos en este proceso”. En este sentido, ha afirmado que, a través de la lectura de los documentos sinodales, “hemos vivido una experiencia única. La experiencia de la sinodalidad invita a la Iglesia a ensanchar su tienda. Lo que piden las mujeres, pero no solo ellas, no es otra cosa que un espacio donde participar”.

Para Becquart, lo que este sínodo está iluminando es una llamada a reconocer lo que ya había dicho el Vaticano II, y a vivirla y ponerla en práctica en todos los niveles de la Iglesia. Pero, según ha explicado, “heredamos una mentalidad patriarcal que pone por delante a los hombres de las mujeres. Nuestro reto es partir del punto en el que estamos, que es de una igualdad conflictual, porque hay reconocimiento de la igualdad pero no se pone en práctica”.

Llamamiento a la reciprocidad

Para la religiosa, tanto el Sínodo de los Jóvenes como el de la Amazonia hubo un proceso de escucha que dejó oír el grito de las víctimas, y especialmente, de las mujeres. En el sínodo de los jóvenes se oyó esta llamada a “un cambio ineluctable”, en lo referente a la mayor reciprocidad entre mujeres y hombres en la sociedad y la Iglesia. En Christus Vivit, el documento de conclusiones del Sínodo de los Jóvenes, aparece por primera vez, en un documento magisterial, el asunto de la reciprocidad entre hombres y mujeres, superando el concepto de la complementariedad, de la que se hablaba hasta ahora. “Estamos en esta antropología relacional en la que vivimos en clave de reciprocidad”, ha dicho.

En el Sínodo de la Amazonia, se puso a la luz este tema de forma más clara y concreta y se habla del reconocimiento de la reciprocidad entre hombres y mujeres en la Iglesia como de un deber de justicia, así como de la necesidad de conferir de manera equitativa ministerios para hombres y mujeres.

Para ella, “el reto de este Sínodo de la Sinodalidad es dar un paso en la conversión de la Iglesia. La sinodalidad es la vocación de la Iglesia del Tercer Milenio y las mujeres son las primeras llamadas a responder en esto, “porque son creadoras de sinodalidad”. En este sentido, ha afirmado que, puesto que “la sinodalidad es una llamada de Dios a la Iglesia, Él nos va a dar la Gracia para poder alcanzarlo”.

El eco de la voz de las mujeres

En su presentación, Becquard ha añadido que “las síntesis sinodales han permitido nombrar la situación y las mujeres han sido escuchadas”. Así, la religiosa francesa se ha referido al documento presentado la pasada semana en el Vaticano por el Catholic Women Council. En dicho texto, que se apoya en una encuesta a más de 10.000 mujeres de todo el mundo, se muestra, a su parecer, “que las mujeres no son iguales y no lo son sus peticiones, pero lo que aparece en común, es que, aun cuando las mujeres tienen dificultades con las estructuras eclesiales, afirman que su identidad católica sigue en pie”.

Para Becquard, “de este sínodo surge el grito de quienes se sienten marginados en la Iglesia, que son muchos gritos. Las consagradas, las mujeres del personal parroquial, la comunidad LGTBI, las personas divorciadas y vueltas a casar también se sienten al margen”, ha explicado. Los documentos preparatorios del sínodo, que han llegado al Vaticano desde las diócesis muestran, entre otras cosas, “un clamor por la acogida de quienes están al margen de la sociedad y de la Iglesia. La Iglesia es percibida como quien pone barreras a la inclusión de las personas”.

Según sus propias palabras: “la consulta sinodal ha servido para realizar un reconocimiento de las mujeres en la Iglesia. El Sínodo ya ha hecho moverse algo, ya que mujeres y laicos han tenido responsabilidad en las comisiones de preparación. Algo está sucediendo…Se está dando eco a la voz de las mujeres. Es un camino largo y creo que esto va a continuar”, según ha afirmado.

La subsecretaria del Sínodo, ha terminado su intervención destacando los que para ella son los seis elementos claves de la sinodalidad:

  • la Iglesia, pueblo de Dios en camino, donde todos son corresponsables de manera diferente, pero deben avanzar juntos, con los hombres y mujeres e Iglesia, tal como son hoy;
  • necesitamos profundizar en una teología del bautismo: la sinodalidad ilumina el hecho de que el pueblo de Dios, hombres y mujeres, tienen en común el Bautismo;
  • la autoridad del sensus fidei fidelium: la autoridad infalible del Pueblo de Dios, que no ha sido suficientemente escuchado;
  • la acción del Espíritu Santo, que habla también a través de las mujeres y del Pueblo de Dios;
  • la diversidad de los carismas, que es el principio de la diversidad en la Iglesia;
  • la necesidad de desarrollar una antropología relacional para ser una Iglesia relacional: pasar del yo al nosotros eclesial.

Finalmente, Becquard, que procede, según ha explicado, del mundo empresarial, ha explicado que, en la Iglesia, “hemos de seguir encontrando espacios para mostrar la voz de las mujeres. Necesitamos cruzar las miradas entre los hombres y las mujeres. Las empresas “más ricas” son las que cuentan con todas las voces. Es necesario continuar y animar el empoderamiento de las mujeres”.

 

Información de religiondigital.org