Pedro es un personaje «puente» entre Pablo y Santiago, entre los judíos y los galileos, entre los judíos de la tierra de Israel y los creyentes del mundo heleno. Jesús llama a Simón-Pedro a convertirse en «pescador de hombres», una expresión interesante, pero también escandalosa, hasta el punto de que los Padres de la Iglesia evitaron usarla durante tres siglos. ¿Por qué?

 

Simón Pedro es una figura clave en el Nuevo Testamento, presente en muchas etapas del establecimiento del canon. Aunque es muy probable que no escribiera nada en vida, muchos otros cristianos escribieron sobre él. ¿Cómo llegó este pescador de Galilea a morir como mártir al final de su vida en la capital del Imperio Romano? Intentemos repasar algunos episodios clave de su trayectoria.

Simón de Galilea, pescador «empresario»

Es importante situar a Simón en su entorno de Galilea. Aquí es donde empieza todo. ¿Qué imagen tenemos de Cafarnaúm? Por mi parte, me había quedado con una visión bastante romántica de esta ciudad, que veía como un pequeño pueblo junto al mar. Esta visión estaba marcada por lo que se escribió sobre las excavaciones franciscanas en Cafarnaúm. Desde el puerto se había excavado la zona de viviendas: la casa de Pedro, la sinagoga a poca distancia. Pero las excavaciones realizadas en el puerto de Magdala y en Sussita/Hippos, así como los recientes estudios sobre el lago, indican que la aldea de Cafarnaúm debía incluir, hacia el este, una zona que se podría calificar, de forma un tanto anacrónica, como industrial[1]. Cafarnaúm se encontraba en el centro de una zona pesquera que exportaba pescado en un área de varias decenas de kilómetros y aseguraba su conservación según las dos principales técnicas de la época: la salazón y el secado. Además, en 1986 se encontró una embarcación del siglo I perfectamente conservada, en la que se hallaron 10 tipos diferentes de madera. Lo que está cada vez más claro, y también lo confirma la batalla naval de Vespasiano en el año 69[2], es que esta zona era un área de intensa actividad comercial, con una gran flota, y que los pescadores «empresarios» procesaban y exportaban pescado. En resumen, Cafarnaúm no era una gran metrópolis como Cesarea o Séforis, pero tampoco era una aldea pequeña y pobre[3].

Por lo tanto, los primeros apóstoles eran personas del mundo artesanal semi-industrial, no de las categorías más modestas de la población de la época. Jesús no eligió a los apóstoles entre trabajadores analfabetos. Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que viven en este contexto, son artesanos, hombres que obviamente no forman parte del círculo de Herodes, pero que son personas de responsabilidad, pequeños empresarios, artesanos. Su condición corresponde a un estatus social en el pueblo y a un estatus religioso en la sinagoga. Son personas relativamente educadas, que tienen una buena cultura religiosa.

Volvamos al lago. A este respecto, el libro de Sandro Veronesi, Non dirlo. Vangelo di Marco[4], es interesante. Es el texto de una conferencia, una especie de relectura del Evangelio de Marcos, al que llama boat book. El autor señala que Jesús viene de Nazaret, una ciudad desde la que no se ve el lago: se puede hablar entonces del campo, con colinas y olivos. Y, en efecto, las parábolas de Jesús se refieren en su mayoría al campo, no a la ciudad ni al medio marítimo. Pablo, en cambio, es un hombre de la gran ciudad, y sus metáforas están sacadas en su mayoría del entorno urbano. Pero Veronesi nos muestra que Jesús ama el lago, ama a los pescadores, y Cafarnaúm se convierte en su lugar favorito. Jesús cruza el lago, y prefiere utilizar la barca, incluso cuando podría ir a pie. Incluso cuando hace mal tiempo y el lago está agitado por los vientos, duerme tranquilamente en la barca.

A continuación se habla de los diferentes círculos de discípulos de Jesús. Y, a excepción de los cuatro primeros, de los demás discípulos no se sabe casi nada, salvo que uno de ellos, otro Simón, es apodado «el zelote», es decir, que pertenece a ese partido proclive a la acción violenta que Flavio Josefo llama la «cuarta filosofía». Parece que se pueden distinguir dos grupos entre los discípulos de Jesús: el formado por los tres discípulos (Pedro, Santiago y Juan) que iban a desempeñar un papel importante en la vida pública de Jesús, y el formado por los otros nueve[5]. El núcleo duro de los discípulos de Jesús son los pescadores. Se trata de hombres importantes, no de personas que ganen su estatus social gracias a Jesús.

Simón, un discípulo del Bautista

Otro elemento a destacar es que Jesús buscó a sus primeros discípulos en el círculo de Juan el Bautista. Un joven biblista francés escribió recientemente una tesis sobre el movimiento inaugurado por Jesús con el trasfondo de otras escuelas y grupos de la época. Es un estudio sobre la sociología de los judíos de los primeros siglos y el Evangelio de Mateo. El autor habla así de «escuelas», en el sentido helenístico. De hecho, en aquella época se hablaba a menudo de «sectas» (aireseis), sin que este término adquiriera el significado peyorativo que le otorgamos. En aquella época, el mundo judío era helenístico, y el propio mundo arameo estaba fuertemente helenizado. En este entorno había «escuelas», que eran lugares de enseñanza, pero también de aprendizaje de una determinada forma de vida. El estudioso afirma, de forma algo esquemática pero sugerente, que «la escuela de Jesús tiene sus raíces en la escuela del Bautista, está estructurada a la manera de la escuela farisea y tiene un modo de vida cercano al de la escuela esenia»[6]. Esta afirmación nos permite comprender mejor el movimiento inaugurado por Jesús.

No se puede entender a Jesús sin Juan el Bautista: es un hecho fundamental. Y Jesús comparte este elemento con Simón, Santiago y Juan. El Bautista había reunido a sus discípulos en un movimiento, que siguió existiendo en el siglo I (cf. Hechos 18, en Éfeso) y fue de gran interés para Lucas y Juan. Pero la suya era principalmente una enseñanza moral y práctica. Jesús, en cambio, habla y enseña largamente, y a veces responde a preguntas sobre la ley, según la práctica de los fariseos.

¿Dónde enseña Jesús? Principalmente en tres lugares: la sinagoga; el espacio abierto o la calle; el hogar. Jesús frecuenta la casa de Simón, en Cafarnaúm; enseña en todas partes, así como reza en todas partes; y va a la sinagoga para el Shabat. Constituye su movimiento a la manera de los fariseos y, al mismo tiempo, le da elementos que también son característicos de los esenios. Sabemos por los documentos que la comunidad esenia de Qumrán estaba formada por un pequeño grupo de personas, que vivían en una especie de «monasterio» y tenían contacto con simpatizantes de los pueblos vecinos. Flavio Josefo informa de que practicaban la hospitalidad, compartían estrictamente los bienes y celebraban comidas comunitarias con una dimensión cultual. Algunos incluso se comprometían al celibato. Es un movimiento que, en estos puntos, se acerca al de Jesús. Sin embargo, esto no significa que Jesús haya pasado un tiempo en Qumrán.

Así pues, Jesús es iniciado en su actividad pública por el Bautista. Mira a su alrededor y pregunta: «¿Dónde actúa Dios?». La respuesta es: «Dios actúa aquí y ahora en Israel, a través del Bautista». En el Evangelio, después de la entrada de Jesús en Jerusalén, está el episodio en el que se le hace esta pregunta: «¿Con qué autoridad haces estas cosas?». Jesús responde con otra pregunta: «Díganme: el bautismo de Juan, ¿venía del cielo o de los hombres?». A lo que respondieron: «“No sabemos”. Y él les respondió: “Yo tampoco les diré con qué autoridad hago estas cosas”» (cf. Mc 11, 28-29). Lo cierto es que Jesús, hasta el final de su vida, se mantuvo fiel a Juan. Lo mismo puede decirse de Simón que, antes de iniciar su viaje espiritual con Jesús, ya estaba animado por el deseo de la venida de Dios con poder para salvar a Israel. Y este fue un elemento fundamental del movimiento de los bautistas para preparar la venida de Dios, aquí y ahora, en Israel. La «escuela» de Jesús deriva, pues, de la del Bautista, de la que también procedía Simón.

En el Evangelio de Juan también se dice que Jesús bautizaba (cf. Jn 4,1). Por eso permaneció en Judea más tiempo del que solemos pensar. Fue una elección literaria de Marcos estructurar su Evangelio como una subida de Jesús a Jerusalén, mientras que, según el Evangelio de Juan, fue allí varias veces para las fiestas. Hoy se cree que, históricamente, Juan tiene razón. Esto explica por qué Jesús pudo tener discípulos jerosolimitanos. Esto justifica, por ejemplo, la presencia de Cleofás, que vive no muy lejos de Jerusalén; o el papel de María, madre de Marcos, cuya casa está en Jerusalén (cf. Hch 12,12). Esto también es importante para la cuestión de «Juan el Presbítero»[7], que sería el antecesor de la tradición de Juan y del que todo indica que es de Jerusalén, conoce a la familia del sumo sacerdote, etc. Por tanto, además de Galilea, Jesús pudo tener discípulos en Betania y Jerusalén, y esta corriente jerosolimitana cobrará importancia tras su muerte y resurrección.

Simón se convierte en Pedro-Cefas

Simón es un hombre que ha recibido un nuevo nombre, vinculado a una misión. Es un nombre extraño, que debería sorprendernos. De hecho, «Cefas» no significa la piedra, sino la «roca», que es un nombre de Dios. La creación del nuevo Estado de Israel por Ben-Gurion en 1948 se proclamó en nombre de la «roca de Israel», como resultado de un compromiso con los judíos ortodoxos[8]: es una expresión metafórica que, para la religión judía, designa claramente a Dios.

¿Cómo se puede dar a un hombre un nombre que está reservado a Dios? Esto es sorprendente en dos sentidos. En primer lugar, en la religiosidad monoteísta no se le da a un hombre el nombre de Dios. Esto ni siquiera se hace en una perspectiva cristiana, si se tiene en cuenta quién es Jesús, la autoridad que posee y la radicalidad que exige en su seguimiento (un solo maestro, una sola enseñanza, una sola autoridad: cf. Mt 23,8-10). Mientras que en las escuelas de los rabinos hay muchos maestros y diversidad de ideas, en la escuela de Jesús sólo hay un maestro autorizado. Por lo tanto, él es la «roca». Por lo tanto, es sorprendente que se le dé este nombre a otra persona. Ha habido, y sigue habiendo, un animado debate sobre el significado de este nombre y la misión que implica. En primer lugar, hay identificar la misión de Simón y verificar si es anterior o posterior a la Pascua. Con la gran mayoría de los exégetas actuales, creo que la elección de los Doce, así como la misión de Simón, no son acontecimientos posteriores a la Pascua retrotraídos al ministerio público, sino que se remontan al ministerio histórico de Jesús[9].

Jesús dio un nuevo nombre a Simón, y, aparentemente, lo hizo sólo para él. Es cierto que Santiago y Juan recibieron el apodo de Boanerges, «los hijos del trueno» (cf. Mc 3,17), pero esta expresión sólo se menciona una vez en los Evangelios y sin estar asociada a una misión. Lo cierto es que el cambio del nombre de Simón por el de Cefas se hace realidad y es reconocido en la Iglesia, incluso por Pablo. Por lo tanto, Simón tiene claramente su propia autoridad. Recibe un nuevo nombre arameo, lo que no excluye, por cierto, que Jesús, como la mayoría de los judíos cultos de la época, tuviera algún conocimiento del griego.

Simón pasará a la historia con este doble nombre: Simón Pedro. ¿Por qué Jesús lo llama así? En su acto subyace la convicción de que todos los hombres son «hijos de Dios», desde la creación[10]. A menudo se ve en Jesús sobre todo un profeta escatológico, un hombre orientado al final de los tiempos, a la llegada del Reino. Esto no está mal, pero al hacerlo a veces se olvida que gran parte de las parábolas de Jesús, sus principios éticos y sus exigencias religiosas provienen del hecho de que él cree en la teología de la creación. Jesús tiene una visión antropológica «optimista»: el hombre es capaz de imitar a Dios, ya que fue creado por Él. «Abba», «padre», todo el mundo puede pronunciar estas palabras.

Jesús se presenta como el «Hijo del Hombre», y este nombre es sorprendente. En Mateo 16 pregunta a los discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?» (Mt 16,13). ¿Qué significa «Hijo del Hombre»? Esta es una cuestión que sigue fascinando y dividiendo a los estudiosos. Plantea la cuestión de cómo concibió Jesús su misión. La concibió enlazando tres expresiones de la Escritura: Hijo del Hombre, siervo sufriente y Mesías[11]. Un vínculo, éste, que no era en absoluto evidente en las Escrituras.

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Marc Rastoin, SJ
Delegado del Padre General de la Compañía
para las relaciones con el judaísmo desde 2014.
Enseña el Nuevo Testamento en el Centro Sèvres
de París y en el Institut Biblique de Rome.

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[1] Cfr F. D. Troche, Il sistema della pesca nel lago di Galilea al tempo di Gesù. Indagine sulla base dei papiri documentari e dei dati archeologici e letterari (tesis defendida en 2015 en el Alma Mater Studiorum – Università di Bologna); S. De Luca, «Scoperte archeologiche recenti attorno al Lago di Galilea: contributo allo studio dell’ambiente del Nuovo Testamento e del Gesù storico», en G. Paximadi – M. Fidanzio (edd.), Terra Sancta: archeologia ed esegesi. Atti dei convegni 2008-2010, Lugano, Eupress – FTL, 2013.
[2] Cfr Flavio Giuseppe, Guerra giudaica, III, X. 9.
[3] Cfr Sh. L. Mattila, «Revisiting Jesus’ Capernaum: A Village of Only Subsistence Level Fishers and Farmers?», en D. A. Fiensy – R. K. Hawkins (edd.), The Galilean Economy in the Time of Jesus, Atlanta, Society of Biblical Literature, 2013, 75-138.
[4] S. Veronesi, Non dirlo. Il Vangelo di Marco, Milán, Bompiani, 2015
[5] Cfr J. P. Meier, Un ebreo marginale. Ripensare il Gesù storico. 3. Compagni e antagonisti, Brescia, Queriniana, 2018
[6] A. de Boudemange, L’ école de Jésus dans l’évangile de Matthieu (tesis defendida en 2021 en el Centre Sèvres de París, en vía de publicación).
[7] Según la tradición del historiador cristiano Papías, recogida por Eusebio de Cesarea.
[8] «Placing our trust in the Rock of Israel (Tzur Yisrael), we affix our signatures to this proclamation» (14 de mayo de 1948). Cfr 2 Sam 23,3.
[9] Lo que llama la atención es que en el Evangelio Jesús sigue llamando a Simón por su nombre de la circuncisión, como indicando que «Cefas» es un nombre para el futuro, un nombre para la misión.
[10] Cfr M. Rastoin, «Jésus: Un “Fils de l’Homme” tourné vers les “Fils de Dieu”. Un nouveau regard sur Mt 11,27 et Lc 10,22», en New Testament Studies 63 (2017) 355-369.
[11] Cfr Id., «La cristología del Hijo del Hombre», en La Civiltà Cattolica, 31 de diciembre de 2021. https://www.laciviltacattolica.es/2021/12/31/la-cristologia-del-hijo-del-hombre/

 

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