Texto redactado por Miriam Sandoval, Lideresa de la Iniciativa de Género de la Federación Internacional Fe y Alegría, con ocasión del Día Mundial contra la Trata Infantil.

 

Este 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil, con lo cual me veo motivada a escribir estas notas, sobre la situación que le toca vivir a la niñez en diferentes lugares del mundo, situación que afecta su pleno desarrollo, los priva de su infancia y de potenciar sus capacidades para forjarse un mejor futuro, porque es en esta etapa en la que los niños y niñas deberían estar enfocados en estudiar, jugar y soñar.

Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), alrededor de 218 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años se encuentran ocupados en la producción económica. De los cuales, casi la mitad (152 millones) son víctimas del trabajo infantil y 73 millones se encuentran en situación de trabajo peligroso, en sus formas más extremas, “los niños son sometidos a situaciones de esclavitud, separados de su familia, expuestos a graves peligros y enfermedades y/o abandonados a su suerte en la calle de grandes ciudades”.

Empezar a trabajar a temprana edad tiene repercusiones serias en la vida del niño y la niña, con efectos psicológicos y físicos, al pasar mucho tiempo en un ambiente hostil y violento lejos del amparo y protección de su familia. Fundamentalmente, tiene un efecto negativo en su educación, puesto que muchos niños y niñas abandonan la escuela, al dedicar largas horas al trabajo o al combinar ambas actividades, provocando   presión, estrés, baja autoestima y desanimo con respecto a su futuro.

Las regiones del mundo con mayor número de niños y niñas trabajando son África, Asia y el Pacífico, según la OIT. En América Latina, se estima que unos seis millones sufren explotación laboral, con la pandemia COVID-19 está situación emporó aún más, pues las altas tasas de desempleo han obligado a muchas familias de escasos recurso a dedicarse al trabajo informal.

Entre las peores formas de trabajo infantil figuran la explotación sexual comercial, la trata de niños y niñas con fines de explotación laboral y la utilización de niños y niñas en conflictos armados y el tráfico de drogas. Es precisamente en el tema de explotación sexual comercial, donde se incrementan las víctimas femeninas, estudios recientes estiman que, en su mayoría, son mujeres mayores de 18 años (49%) y niñas (21%), en cambio los hombres representan el 18% y los niños el 12%.

Lamentablemente, a pesar de los efectos y daño que provocan estas actividades para la niñez, es un fenómeno aceptado o visto con indiferencia, porque significa para muchas familias latinoamericanas, un ingreso adicional que beneficia a la economía familiar.

Por otra parte, es importante conocer qué acciones se están tomando para enfrentar este flagelo. Desde la Agenda 2030, aprobada por diversos países, para el Desarrollo Sostenible, impulsada por Naciones Unidas, se comprometieron, entre otras cosas, a erradicar el trabajo infantil desde su adopción en el 2019 hasta el año 2025.

Sobre estas medidas, la educación es la clave en esta titánica tarea, en la cual todos los sectores deben sumar esfuerzos para frenar el trabajo a temprana edad. Desde la Federación Internacional Fe y Alegría hacemos un llamado a la reflexión y a la acción, reiterando nuestro compromiso de promover el acceso a la educación de calidad que permita a niños, niñas, adolescentes y jóvenes, un desarrollo sano, fortalecer sus capacidades e instrucción formativa, alcanzar sus sueños y metas futuras; de esta forma se tendrá un impacto importante para cortar el circulo de pobreza y aportar al desarrollo económico y social de su país.

 

Información de feyalegria.org