La músico Yéssica Ordóñez preparó un arreglo, en clave de cuerdas y voz, para acompañar la canción “Amarte a ti, Señor”, a propósito de la celebración de los 500 años de la conversión del fundador de la Compañía de Jesús.
Yéssica Ordóñez, licenciada en Música y contrabajista formada en el Sistema Nacional de Coros y Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, «El Sistema», fue invitada a participar en un proyecto que fusiona dos de sus pasiones: la composición y el servicio a Dios a través del arte musical.
Por petición de la Fundación Centro Gumilla y bajo las orientaciones del jesuita Jesús María Aguirre -profesor de la Escuela de Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello-, la caraqueña de 26 años preparó una pieza musical a partir de la tonada Amarte a ti, Señor, cuya melodía fue compuesta por el fallecido jesuita español Félix Zabala, a partir de una letra del propio San Ignacio.
La versión creada y grabada por Ordóñez incluye arreglos para un contrabajo solista, tres contrabajos de acompañamiento, arpa y voz, todo ejecutado por ella misma.
Una forma distinta de servir a Dios
La joven, quien se inició en la música a los siete años y actualmente es profesora de piano complementario, instauró su vínculo con la fe y las obras sociales de los jesuitas a través del profesor Aguirre, cuando él la preparó para los sacramentos de la primera comunión y la confirmación en la capilla Nuestra Señora de la Esperanza, en Carapita, una de las parroquias del oeste de Caracas que atienden los sacerdotes relacionados con la UCAB.
De esa relación surgió la propuesta de desarrollar “una pieza innovadora, con la cual quiero permitirle a otros que puedan conocer este instrumento”.
Según la joven, el contrabajo es capaz de marcar la diferencia en un mundo sinfónico dominado por las flautas y los violines: “Muy pocas mujeres lo tocan, porque es muy grande y difícil de trasladar. Además de ser súper complejo, tiene algo especial: es grave, melancólico, grotesco, pero entre todas las cosas, es muy hermoso”.
Con esta idea en mente, trabajó para poner sobre partituras una serie de notas y texturas musicales que acompañaran las letras escritas por el sacerdote Félix Zabala, fallecido en el año 2013.
El proyecto, dedicado a los jóvenes venezolanos -y particularmente a los vinculados a las obras jesuitas como la UCAB, el movimiento Huellas y las escuelas de Fe y Alegría- le “genera paz y felicidad” en medio de un contexto país adverso, tanto para los músicos como para el resto de la población venezolana.
Imagen e información de elucabista.com