La primera vez que he participado de una AULA VIVA ha sido inolvidable porque no sabía a lo que iba y al final fue una gran sorpresa que quedó muy marcada en mi vida. Eso aconteció en septiembre del 2014, cuando la Fundación Caminos de Identidad-FUCAI hizo la invitación a los jesuitas del Servicio Jesuita Panamazónico-SJPAM (Alfredo Ferro y yo). La experiencia acontecería en la comunidad de San Francisco del municipio de Puerto Nariño en Colombia. Llegamos al encuentro con manos vacías, se nos había olvidado llevar semillas. Era inconcebible llegar al Aula Viva sin semillas. Intercambiar semillas es uno de los elementos centrales de la metodología de la Aula Viva.

La metodología de las Aulas Vivas implementada por FUCAI es fruto de la escucha de muchos relatos cosechados por FUCAI en contacto con pueblos indígenas. Relatos que expresan, a partir de sus tradiciones, mitos, cuentos e historias, su sabiduría, experiencia y cosmovisiones. Sabiduría que invita a pasar de la escasez a la abundancia en todos los sentidos, desde lo espiritual hasta lo material y socioambiental. Esta pedagogía ancestral integra lo que es la teoría y la práctica en el mismo encuentro. Lo cual resulta en una producción de conocimientos a través del intercambio de saberes de los/as participantes. Para eso, se parte de dos principios opuestos entre sí y que están presentes en nuestra vida cotidiana y en el mundo: la Escasez y la Abundancia. Es importante percibir y sentir que estos dos elementos actúan con fuerza dentro de nosotros mismos y en nuestro entorno. Al tener consciencia de la existencia de la escasez y la abundancia, entramos en un proceso de discernimiento y toma de decisiones para buscar estrategias con el fin de fortalecer la abundancia y vencer la escasez. En este proceso, algunos elementos son fundamentales: dinámicas para sentir la escasez y la abundancia, el intercambio de semillas (fue donde me di cuenta de que no se puede participar de una Aula Viva de manos vacías, sin semillas); las espiritualidades y rituales de bendiciones; el preparar y sembrar la tierra; la cosecha y la cocina nativa y, finalmente, saborear del banquete de la abundancia.

En una Aula viva podemos encontrar 4 dimensiones muy bien marcadas que resultan en un proyecto de desarrollo sostenible e integral (cf Laudato Sí, 13). (1) La dimensión espiritual. Va en primer lugar y es el punto de partida que conduce todo el encuentro con rituales de acogida de los participantes, bendiciones de las semillas y de las manos que las siembran, luego rituales de bendiciones de la cosecha de la abundancia y la cocina nativa con la bendición de los alimentos compartidos. Los rituales de bendiciones se hacen con todos los presentes independiente de las denominaciones religiosas o culturales de los participantes, porque los que predomina es el espirito del Dios Creador que es único. (2) La dimensión socioambiental. Ésta se hace visible cuando entre todos los participantes (indígenas y no indígenas) se disfruta de momentos de socialización de la comida, del hospedaje, del trabajo de minga, del intercambio de experiencias, del cuidado con la madre naturaleza, de la participación en los bailes y danzas culturales y del buen vivir. (3) La dimensión política. Es el momento de reflexionar y tomar consciencia de que el ser humano es un ser político y debe actuar como tal e implicarse con las cuestiones políticas en todos los espacios donde se busca hacer el bien común. Tanto al elegir a los que gobiernan, como en el acompañamiento del buen gobierno. También para que se busque vivir el verdadero sentido y el valor de la política y no la politiquería que destruye y mata el bien común. (4) La dimensión económica. Esta se hace presente al valorar el esfuerzo del trabajo de todos de manera equitativa, con precios justos y generación de renta sostenible, con el fin de que todos tengan una vida digna con alimento, casa, educación y salud en abundancia.

Otro aprendizaje de las Aulas Vivas ha sido su capacidad de romper las fronteras físicas e imaginarias de países, culturas, espiritualidades, religiones y saberes. Aunque FUCAI ha iniciado esta pedagogía ancestral con las comunidades indígenas del Amazonia colombiana, sin embargo, siempre estuvo en su plan inicial cruzar las fronteras. Se han realizado Aulas vivas del lado brasileño, peruano y boliviano. Con muchas y muy diversas comunidades indígenas. A su vez, en cada Aula Viva, se busca invitar personas de diferentes lugares que tengan deseo de conocer, vivenciar, sentir y aprender de la experiencia; y, como compromiso, multiplicar el aprendizaje en sus lugares de orígenes. Por otro lado, es importante decir que, en las Aulas vivas, se hablan varias lenguas (español, portugués, indígenas) lo que no impide la comunicación entre todos, al contrario, se enriquece aún más con la convivencia.

La experiencia de las Aulas Vivas esta sistematizada e impresa en el libro titulado “Comunidades Indígenas de Abundancia” de la Fundación Caminos de Identidad- FUCAI, 2017, (en español y portugués). Esta experiencia, aunque parezca bien completa, se considera un proceso de aprendizaje en continua construcción que se va dando por la retroalimentación de conocimientos y aportes de todos/as, independiente del lugar de procedencia. En esta pedagogía ancestral, siempre hay algo novedoso, movido por los espíritus, que se va adaptando a las necesidades de cada realidad. Este dinamismo la torna muy enriquecedora.

Finalmente, hago la invitación para que además de conocer la experiencia de la metodología ancestral del Aula Viva por la lectura del libro o por otros medios, se sientan invitados/as a participar personalmente de una Aula Viva. Como comprenderán, es determinante poder vivenciar, conocer, aprender, desaprender, aportar, involucrarse y dejarse conducir por el espíritu del ambiente que nos mueve al cuidado de la casa común y del buen vivir.

P. Valerio P. Sartor, SJ
Serviço Jesuíta Panamazónico-SJPAM