Este artículo, publicado en AURORA N° 18: SINDEMIA, busca explicar dos cosas: el gran desafío social que vive la REI chilena y algunos esfuerzos históricos por encarnar la fraternidad.
Esfuerzos estructurales de fraternidad
De dos redes educativas a una
1. Una red diversa que plantea grandes desafíos
La Red Educacional Ignaciana (REI) agrupa 20 colegios chilenos que comparten la espiritualidad ignaciana. Estos se ubican en 5 regiones del país: Antofagasta en el norte, Valparaíso y la Región Metropolitana en la zona central, y Biobío y Los Lagos en el sur.
Los 20 colegios tienen diversos vínculos con la Compañía de Jesús. Del total, 10 son propiamente jesuitas (o sea, de la Compañía) y 10 son colegios ignacianos asociados. Estos últimos son colegios de grupos laicos ignacianos que se han vinculado con los jesuitas para desarrollar su labor educativa. O sea, son lo que el Padre General de la Compañía de Jesús llamó “colegios compañeros en la misión” (en carta del 17 de septiembre de 2020).
Además de la diversidad de vínculos con la Compañía, estos 20 colegios educan estudiantes de distintos niveles socioeconómicos y tienen diversas fuentes de financiamiento. Del total, 11 funcionan en base a subsidios estatales y son gratuitos para las familias, educando a los niños/as y jóvenes de menores ingresos en sus respectivos contextos. Estos 11 colegios conforman la subred Fe y Alegría Chile (FyA). Los otros 9 colegios se financian principalmente con aportes de las familias y, aunque ofrecen algunas becas, suelen educar estudiantes de grupos adinerados de la respectiva región. Estos últimos colegios conforman la subred Asociación de Colegios Ignacianos (ACI) y pertenecen a la Federación Latinoamericana de Colegios de la Compañía de Jesús (FLACSI).
Así, la REI es un caso bastante único en América Latina, que reúne en una misma red a colegios jesuitas y “compañeros en la misión”, así como colegios FyA y colegios ACI (que son miembros de FLACSI). La siguiente Tabla ilustra esta diversidad de colegios que abarca la REI.
Para liderar la REI, hay una oficina central que: i) cultiva y promueve la identidad ignaciana compartida por los 20 colegios, y ii) coordina y anima la colaboración en cada subred y entre ambas subredes. Actualmente, esta oficina tiene cuatro áreas de trabajo: Formación de Educadores/as, Pastoral Integral, Desarrollo Académico y Extensión, y Comunicaciones e Incidencia. Los equipos de estas cuatro áreas sirven tanto a FyA como a la ACI.
Esta REI, que agrupa los 20 colegios en una red, tiene más de 20 años de historia. Nació en 1998, como una colaboración que sólo sumaba colegios compañeros en la misión (pagados y gratuitos), y desde 2003 pasó a incluir los 10 colegios jesuitas. Con el tiempo, se hizo cada vez más necesario un trabajo diferenciado entre los colegios pagados y gratuitos, que llevó al nacimiento de FyA Chile en 2005. Esta subred agrupó a los colegios gratuitos (con subvención estatal) que ya pertenecían a la REI. La ACI nació por contraste. Así, cada subred fue desarrollando su identidad y su oficina. El año 2017, sin embargo, ambas oficinas se fusionaron y hoy hay una sola oficina que acompaña toda la REI, con programas e iniciativas que buscan la unidad en la diversidad.
Esta unión de colegios FyA y ACI en una misma red genera enormes desafíos. Como podrán imaginar los lectores/as, una única red que abarca mundos tan distintos y los hace interactuar para “sembrar fraternidad” en ellos y entre ellos es un desafío permanente. Este “sembrar fraternidad” refiere a cultivar en todos/as la convicción de que somos hermanos/as; hijos e hijas de un mismo Dios. A quienes trabajamos en esto, este desafío nos interpela, nos cuestiona, nos frustra, nos alegra, y nos mueve continuamente en nuestro quehacer educativo.
En base a lo anterior, este artículo busca explicar dos cosas: el gran desafío social que vive la REI chilena y algunos esfuerzos históricos por encarnar la fraternidad. Describiremos diversas dimensiones del desafío de tender puentes entre las dos subredes, y movimientos e intuiciones que han dado fruto. También contaremos cómo, pese a todo lo que ocurre en la red, seguimos soñando cada vez más fuerte la vida de una única REI que promueve un auténtico diálogo social en que la “música del Evangelio” suene en todas nuestras comunidades escolares.
Quienes escribimos este artículo trabajamos en la oficina central de la REI y antes tuvimos experiencia en 6 colegios de la red. Los tres autores estamos convencidos del valor de este esfuerzo de construir puentes entre realidades educativas diametralmente distintas. En esa línea, también soñamos que –a nivel latinoamericano– FLACSI y la Federación Internacional FyA (FIFyA) trabajen más unidas. Visualizamos que esta “fraternidad estructural” es un desafío para el trabajo educativo de la Compañía de Jesús y la incidencia pública que ella pudiera realizar en pos de mayor fraternidad en nuestros países.
2. El desafío y nuestros esfuerzos de fraternidad
2.1 Dimensiones del desafío
A la base del desafío de la REI en Chile está la desigualdad estructural con la cual la red convive día a día. A continuación, desarrollamos tres manifestaciones de esta desigualdad que ayudan a comprender mejor el desafío. En concreto, estas tres manifestaciones son: (1) el gasto por estudiante en cada colegio; (2) el número de estudiantes por funcionario en cada colegio; y (3) la participación de estudiantes y educadores/as en las actividades organizadas por la REI para todos/as.
En cuanto al gasto por estudiante en cada colegio, la desigualdad es abismal. En los colegios ACI, el gasto mensual por estudiante se encuentra entre $300.000 y $450.000 pesos chilenos (aproximadamente $400-600 dólares). En la mayoría de los casos, esto lo paga la familia del estudiante. En los colegios FyA, que son completamente gratuitos para las familias desde la promulgación de la Ley de Gratuidad Educativa en 2015, el gasto mensual por estudiante (financiado por el Estado) es de alrededor de $150.000 (aproximadamente $200 dólares). La proporción es 2:1 o 3:1, y se manifiesta en muchas cosas. Por ejemplo, en la capacidad para pagar un buen salario a los buenos docentes o la oferta de oportunidades de extensión para los estudiantes (deportes, clubes, etc.)
A nivel de número de estudiantes por funcionario, las cifras son menos disímiles que las de gasto por estudiante, pero no por eso menos relevantes. Para este cálculo, hemos considerado funcionario/a de un colegio a todo/a adulto trabajando en dicha institución. En los colegios ACI hay alrededor de 20 estudiantes por funcionario, mientras que en los colegios FyA hay alrededor de 25 por funcionario. Esta diferencia no es crucial en las aulas, donde suele haber 1 profesor/a cada 30-40 estudiantes. Sin embargo, es esencial en los equipos complementarios al trabajo docente (psicólogos/as, pastoralistas, etc.). Por ejemplo, en los colegios ACI hay equipos de pastoral (o formación) de entre 5 y 11 personas, mientras en los colegios FyA suelen ser 1, 2 o 3 personas. La consecuencia directa de esta diferencia es que la promesa ignaciana de una formación integral tiene realizaciones muy distintas en una y otra realidad (habiendo un mismo proyecto educativo).
Lamentablemente, la participación en actividades para estudiantes y educadores/as de ambas subredes es otra manifestación del desafío de la REI. En experiencias para estudiantes, por ejemplo, los colegios ACI suelen usar el 100% de sus cupos (y piden más). En cambio, los colegios FyA usan el 60-70% de sus cupos. En el Programa Amar es Servir, un programa emblemático para la formación de educadores de la REI, el 86% de los participantes son de la ACI y apenas un 14% son de FyA. Entre muchos factores, estas distintas tasas de participación se deben a que FyA tiene menos funcionarios por estudiante, y eso dificulta liberar educadores/as para asistir a las experiencias (ya sea como participantes ellos/as mismos/as o como acompañantes de estudiantes). Por supuesto, estos números nos preocupan y ocupan a todos/as quienes trabajamos en la oficina de la red.
Las anteriores manifestaciones son solo algunas de las manifestaciones de la desigualdad que nos encontramos cada día en la red. No creemos que reflejen preferencias de la Compañía de Jesús o de la oficina de la REI por una u otra subred, ni implican un juicio de “malos o buenos” en relación a los colegios o quienes organizan las experiencias. Más bien, son manifestaciones de un problema estructural, que seguramente es similar en todos los países de América Latina.
2.2 Esfuerzos de fraternidad
La buena noticia es que –a pesar de la desigualdad estructural– la red chilena lleva años intentando dar pasos hacia la “fraternidad estructural” que soñamos. Como en la sección previa, a continuación, desarrollamos tres esfuerzos de la REI para salvar la desigualdad estructural con fraternidad institucionalizada. Estos esfuerzos van en la línea de (1) las experiencias o encuentros, (2) la dimensión financiera de la red y, (3) el mismo equipo central de la REI.
Un gran esfuerzo en la línea de la fraternidad ha sido que, desde 2010, organizamos experiencias que convocan a actores/as de “ambos mundos”. Como se mencionó antes, la oficina lleva años ofreciendo ciertas experiencias para todos/as, que promueven el encuentro y el diálogo entre ambas subredes y sus miembros. Organizar estas actividades es complejo, pues significa generar espacios con un lenguaje e intereses compartidos. Aquí destacan experiencias de formación de educadores/as como la “Inducción para Educadores Nuevos” o, en el mundo estudiantil, la “Cumbre de Centros de Estudiantes” (que reúne líderes estudiantiles de todos los colegios secundarios y les ofrece herramientas para potenciar su liderazgo con un sentido ignaciano).
En el ámbito financiero también hay esfuerzos significativos. Uno fundamental –entre los colegios jesuitas (4 FyA y 6 ACI)– es el “Fondo FEAO”, existente desde 2013. Se trata de un fondo solidario entre estos 10 colegios (cada uno aporta según su nivel de ingresos), que ha permitido desarrollar infraestructura en los 4 colegios jesuitas gratuitos casi íntegramente pagada por los colegios ACI. En esta misma línea, la oficina de la REI implementó hace varios años el sistema 60/40 para financiar todo lo que es común a la red. Esto significa que los colegios ACI subvencionan a los colegios FyA, pagando el 60% de los costos de lo común (los colegios FyA sólo pagan el 40%). Lo común incluye el personal de la oficina para todos/as, las experiencias con estudiantes y/o educadores/as, etc. A pesar de las muchas dificultades de otros tipos, esta política de financiamiento se traduce en mayores oportunidades de apoyo a FyA, así como en mayor participación de sus estudiantes y educadores/as en las experiencias comunes.
Por último, otro esfuerzo importante en la clave de la fraternidad es tener –desde 2017, como ya se dijo– un mismo equipo central para animar ambas subredes. Este esfuerzo se traduce en continuos intentos desde quienes animamos la REI por tender puentes de encuentro entre los distintos colegios y realidades que integran la red. Las estrategias comunicacionales, la página web y las noticias, por ejemplo, suelen incluir visiones y noticias de ambos mundos. Y así, se va pensando juntos este desafío de construir fraternidad, que es tan complejo.
A estos esfuerzos se suman otros, gestados por los propios educadores/as y estudiantes, que van “tejiendo” un diálogo de encuentro y fraternidad en la red. Por ejemplo, los colegios San Luis Beltrán y Padre Hurtado y Juanita de los Andes (colegios compañeros en la misión pertenecientes a FyA y la ACI, respectivamente) llevan varios años en un esfuerzo de “hermanamiento” gestionado por ellos mismos (sin intervención de la oficina de la red). Este esfuerzo incluye diversas experiencias compartidas entre estudiantes y familias de ambos colegios y realidades.
2.3 Límites de los esfuerzos y el sueño permanente
Sabemos que, aunque los esfuerzos antes mencionados son valiosos, también son limitados e insuficientes. Sólo llegan a un grupo de personas de la red y no resuelven del todo la desigualdad estructural descrita. Tras esto, hay factores estructurales (sociales y económicos) que escapan de nuestro control. Por ejemplo, el subsidio estatal por estudiante o la segregación geográfica de los colegios (en barrios de familias con más o menos recursos, servicios, áreas verdes, etc.)
También hay esfuerzos en que hemos dado pasos hacia adelante y luego hemos retrocedido, experimentando pequeños logros que luego se transforman en un nuevo desafío. Un ejemplo reciente de este avance y retroceso se relaciona con la Federación de Estudiantes de la REI (FEREI), creada en 2019. Es la asociación de los gobiernos estudiantiles de los colegios secundarios de la ACI y FyA. El logro fue que la primera mesa directiva de la FEREI (en 2019) incorporó estudiantes de ambas subredes. Lamentablemente, la mesa directiva 2020 sólo tenía estudiantes de colegios ACI.
Pese a todo, seguimos soñando con construir una fraternidad como la de Jesús, y la fe nos anima a seguir buscándola con perseverancia. Creemos que no podemos bajar los brazos. Los niños/as y jóvenes en nuestros 20 colegios y –más ampliamente– la sociedad chilena, merecen este esfuerzo. Además, creemos que –hoy– esta misión de integración y fraternidad es más necesaria que nunca.
3. Jóvenes y Espiritualidad: dos pistas para el camino
Como educadoras y educador, los tres autores somos conscientes de que el desafío de la fraternidad estructural nos excede. No obstante, también creemos que un elemento esencial de la vocación de la REI es plantar esta “semilla”, por difícil que sea. En ese sentido, anhelamos que nuestro trabajo genere impacto y nuevas ideas e imaginación sobre cómo hacer educación en Chile (y cómo se podrían relacionar entre sí los distintos actores que intervienen en el sistema educativo).
Las nuevas generaciones son un estímulo importante en este camino, pues permanentemente constatamos que los jóvenes sueñan con una educación más fraterna para una sociedad más justa. Ellos/as creen que las desigualdades deben acabar, en línea con la justicia de Jesús en el Evangelio. En Chile, por ejemplo, el 2019 vivimos un estallido social cuyos iniciadores fueron jóvenes secundarios. Esto despertó un cambio de mentalidad en el pueblo que, luego de muchas manifestaciones y negociaciones políticas, llevó a plantear un cambio en la Constitución del país. A fines de 2020, más del 70% de los chilenos aprobó la idea. Históricamente, los jóvenes han sido impulsores de una justicia social que busca cambios concretos en la línea de mayor dignidad y fraternidad. Verles y acompañarles, en nuestros propios colegios, nos anima en esta senda ya descrita de la fraternidad estructural.
Nuestra convicción es profundamente espiritual, pues creemos que la fraternidad institucionalizada supone conversión, tanto de las personas como de las instituciones. Articular espacios que faciliten el diálogo y plantear nuevas formas de trabajar por el bien común y la justicia exige una fe profunda, y esperanza que ojalá se funden en gratitud y amor. Estamos convencidas/os de tener la misión de “acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad [...] para tender puentes, romper muros, sembrar reconciliación” (Fratelli tutti, n. 276). La misma espiritualidad que nos anima, también nos lleva a examinar y actualizarnos, evitando idealismos ideológicos, que no son lo mismo que aquello que la gracia de Dios va realizando en y con nosotros.
Al escribir estas líneas, miramos a Chile, pero pensamos en Latinoamérica. Soñamos que toda América Latina tuviese una red integrada de colegios. Desde esta perspectiva, creemos que el trabajo en Chile podría inspirar a otros/as con el mismo anhelo de integrar las redes educacionales y que no siempre logran concretar esfuerzos. También creemos que estos tiempos de pandemia, que nos golpean tan fuertemente en los colegios, son una ocasión propicia para plantear estos temas.
El trabajo en red en Chile nos ha confirmado cuán necesaria es la colaboración entre todos/as y el bien que ello produce, especialmente a nuestros/as estudiantes. Sería maravilloso que “semillas” de este tipo, plantadas en nuestros colegios y redes, desembocaran en personas con visión de comunidad global, sin prejuicios e inspiradas por la justicia del Evangelio.
Daniela Iturra, Macarena Rubio, Juan Cristóbal García-Huidobro SJ
Miembros de la Oficina de la Red Educacional Ignaciana (REI) de Chile.
Iturra es Coordinadora de Jóvenes y Formación Ciudadana, del Área de Pastoral Integral.
Rubio es Coordinadora del Área de Pastoral Integral.
García-Huidobro SJ es Delegado de Educación Escolar de la Provincia jesuita de Chile.
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