«Cada uno de vosotros, queridos amigos, lleva una historia de vida que nos habla de dramas de guerras, de conflictos, a menudo ligados a las políticas internacionales. Pero cada uno de vosotros lleva sobre todo una riqueza humana y religiosa, una riqueza para acoger, no para temer. Muchos de vosotros sois musulmanes, de otras religiones; venís de varios países, de situaciones diversas. ¡No debemos tener miedo de las diferencias! La fraternidad nos hace descubrir que son una riqueza, un don para todos. ¡Vivamos la fraternidad!»[1]. Con estas palabras el Papa Francisco, en el comedor del Centro Astalli, se dirigió a los refugiados en 2013. El Centro Astalli es el Servicio Jesuita para Refugiados en Italia y uno de los proyectos que el entonces Superior General de los jesuitas, el padre Pedro Arrupe, puso en marcha a principios de los años ochenta.

En la misma reunión, Carol, una refugiada siria que acababa de llegar a Italia, explicó: «Los sirios en Europa sienten la gran responsabilidad de no ser un peso, queremos sentirnos parte activa de una nueva sociedad. Queremos ofrecer nuestra ayuda, nuestras habilidades y conocimientos, nuestra cultura para construir sociedades más justas y acogedoras para quienes, como nosotros, huyen de la guerra y la persecución. Los adultos podemos soportar aún más dolor, si ello sirve para garantizar un futuro pacífico a nuestros hijos. Pedimos la posibilidad de que vayan a la escuela y crezcan en contextos de paz».

A lo largo de su pontificado, el Papa Francisco ha mostrado y predicado un Dios de justicia y misericordia. Se ha centrado en las dificultades a las que se enfrentan los migrantes y refugiados en todo el mundo, y lo ha hecho no solo con palabras, sino también con hechos. Un ejemplo reciente es su visita en febrero de 2023 a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, donde se reunió con líderes comunitarios y personas desplazadas.

En su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 2018, titulado «Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz», Francisco preguntó, con su típica manera directa: «¿Por qué hay tantos refugiados y migrantes?», y recordó cómo varios años antes San Juan Pablo II había advertido «el número creciente de desplazados entre las consecuencias de “una interminable y horrenda serie de guerras, conflictos, genocidios, ‘limpiezas étnicas’”»[2]. También señaló cómo, dado que los seres humanos tienen un deseo natural de una vida mejor, la pobreza y la degradación del medio ambiente son factores que impulsan a migrar.

Este énfasis en la justicia social es profundamente cristocéntrico. Francisco no ignora en absoluto la labor ni la contribución teológica de sus predecesores inmediatos – San Juan Pablo II y Benedicto XVI –, que en sus pontificados hicieron aportes importantes y duraderos a la teología católica, en particular en lo que respecta a la doctrina social. De hecho, ellos sentaron gran parte de las bases teológicas que Francisco ha utilizado en los últimos años para continuar su labor. Por ejemplo, en el mensaje que ya hemos citado, se inspiró en las palabras de san Juan Pablo II: «Si son muchos los que comparten el “sueño” de un mundo en paz, y si se valora la aportación de los migrantes y los refugiados, la humanidad puede transformarse cada vez más en familia de todos, y nuestra tierra verdaderamente en “casa común”»[3].

Por desgracia, en los últimos años, debido al notable aumento de los conflictos y a otros factores agravantes como el cambio climático, muchos países y poblaciones se han visto desbordados por el número de personas que buscan paz y seguridad en sus fronteras. En algunos casos, esto ha provocado un clima de miedo y ha generado un sentimiento de autopreservación y la consiguiente política de excluir a los migrantes de las fronteras nacionales. Con ello, los corazones y las mentes se han cerrado a la realidad de las esperanzas, los temores y las aspiraciones de algunas de las personas más necesitadas del mundo. A nosotros, que vivimos en la comodidad y la seguridad, Francisco nos sugiere que escuchemos sus historias y captemos la imagen completa de su viaje. A lo largo de los años de su pontificado, el Papa ha mantenido constantemente este compromiso y ha expresado clara y radicalmente su visión de un enfoque alternativo y más humano de los retos de la migración involuntaria.

 

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  1. Francisco, Visita al Centro Astalli, 10 de septiembre de 2013. 

  2. Id., Migrantes y refugiados: hombres y mujeres que buscan la paz. Mensaje para la LI Jornada mundial de la paz, 1º de enero de 2018. 

  3. Ibid.