Compartimos el discurso del Padre General Arturo Sosa SJ en la Asamblea de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU), realizada en agosto en el Boston College. Un discurso importante, con acentos enraizados en el contexto del mundo actual, con una perspectiva ignaciana significativa para las comunidades universitarias y una orientación que apunta al servicio del Bien Común.

 

Discerniendo el presente para preparar el futuro de la educación universitaria de la Compañía de Jesús

Con profundo agradecimiento podemos reunirnos después de cuatro años. Gracias de corazón a quienes han preparado con dedicación, constancia y acierto este encuentro y a Boston College que nos acoge fraternalmente, cuidando todos los detalles.

Durante los cuatro años que nos separan de la Asamblea de Bilbao 2018 hemos sido testigos de profundas transformaciones en la humanidad. Nos encontramos en otra etapa de la historia que presentíamos sin mucha claridad. La tratamos de describir como “cambio de época”, “era del conocimiento” … porque percibimos la profundidad de los cambios que se están produciendo en todas las dimensiones de la vida humana. Llegó sin darnos tiempo suficiente para comprender lo que estaba pasando y mucho menos para prepararnos adecuadamente.

Al mismo tiempo seguimos experimentando en la vida cotidiana de las Universidades las tensiones inherentes a lo que ellas son. Tensión entre excelencia académica y formación integral de las personas; entre estar a la altura de los tiempos en infraestructura, tecnología… y ofrecer educación de calidad sin ningún tipo de discriminación social… Tensión entre una historia, una tradición, a la que se debe lo que es la institución y los desafíos de las crisis del presente que se abre a un futuro incierto… Y otras tantas más que ocupan las mentes, los corazones y las ocupaciones cotidianas de los aquí reunidos.

Esta asamblea mundial se ha propuesto como una oportunidad de discernir en común la contribución específica de las instituciones de educación universitaria bajo la responsabilidad de la Compañía de Jesús al presente histórico de la humanidad. Lo específico que pueden ser y hacer para contribuir a abrir camino a una sociedad más justa porque se establecen relaciones fraternas entre las personas, sus culturas, los pueblos, las naciones… Porque el Bien Común orienta las decisiones de economía política global. Porque se toma la vía de la reconciliación con el medio ambiente que hace posible restablecer el equilibrio en el uso de los recursos naturales, favoreciendo no sólo la vida plena para todos los seres humanos, sino también la vida misma en el planeta Tierra.

Un discernimiento que lleve a decisiones compartidas sobre lo que caracteriza las Universidades, Colegios, Institutos y Facultades miembros de esta Asociación Internacional. En otras palabras, se busca responder a la pregunta sobre qué es lo propio que ofrecen nuestras instituciones; qué es aquello “especial” o “único” que las caracteriza en su modo de insertarse en este momento presente en la construcción del futuro deseado.

Podemos hacer la misma pregunta desde otra perspectiva: qué puede motivar a una persona o una familia la escogencia de estudiar, enseñar, investigar o trabajar en una Universidad miembro de la Asociación Internacional de Universidades Jesuitas (IAJU).

A. Preparar el futuro exige discernir el presente

Corremos el riesgo de convertir el discernimiento en una etiqueta cómoda que nos pone en sintonía con un lenguaje que hace sonreír a los jesuitas o acaricia los oídos del Papa Francisco. Discernir comporta aceptar desafíos que se nos proponen desde muchos ángulos de la vida social y desde la ciencia. Desafíos que, con frecuencia y con razón, nos asustan.

Discernir supone arriesgar… Correr riesgos no surge espontáneamente de la dinámica de instituciones que han construido con esfuerzo una identidad, un modo exitoso de educar y producir conocimiento, que las hace sentir orgullosas y, además, son reconocidas por el entorno en que se mueven y gozan de un importante prestigio. Discernir es abrirse a la novedad.

La novedad a la que buscamos abrirnos a través del discernimiento se distingue radicalmente de la innovación fruto de la investigación científica o el progreso tecnológico. Es una novedad que nos viene dada, que no surge de premisas que nosotros hemos puesto ni de los pasos que hemos dado por el camino que nosotros mismos hemos decidido, diseñado y construido.

Discernir, por tanto, es disponerse a ser guiados hacia la novedad. Supone “soltar las riendas” para ser llevado hacia donde no sabemos, sin contar con una hoja de ruta que guie nuestros pasos. Las características de las instituciones universitarias hacen especialmente difícil “soltar las riendas”. Están concebidas para tener firmemente las riendas en las propias manos y controlar el camino que se toma y la velocidad con la que se avanza…

Proponerse el discernimiento en común como modo de enfrentar el futuro requiere tomar conciencia de las resistencias que se derivan de la dinámica universitaria habitual. Requiere conducir conscientemente el complejo proceso de cambiar el enfoque y los métodos habituales de tomar decisiones y evitar la tentación de ponerle la etiqueta “discernimiento” a lo mismo que hacemos porque estamos acostumbrados y nos ha ido bien.

Acabamos de clausurar el Año Ignaciano 2021-2022 en el que hemos buscado inspiración en la experiencia de Ignacio de Loyola para soltar las riendas de nuestras vidas y ser capaces de abrirnos a la novedad, de ver nuevas todas las cosas en Cristo, para dejarnos guiar a nuevos horizontes. Ignacio uso para sí mismo la imagen del peregrino. Siguiendo la misma inspiración podemos imaginar la IAJU o mejor la completa vida-misión de la Compañía de Jesús, en peregrinaje, como un cuerpo con muchos miembros que tienen diversas funciones, complementarias entre sí, que se pone en camino confiado en el espíritu que lo inició, lo ha guiado por varios centenares de años y promete seguir haciéndolo si “soltamos las riendas”.

Desde la fe que inspira la vida-misión de la Compañía de Jesús, y nos abre a sintonizar con tantas personas e instituciones que sintonizan con ella desde otras opciones vitales, sabemos que es el Espíritu Santo quien guía con su peculiar modo de actuar en la historia humana. Quién guía lo hace como el maestro que acompaña los procesos de sus discípulos gratuitamente, desde el respeto a la libertad, siguiendo pacientemente los procesos, adaptándose a las condiciones de cada lugar, momento y persona. Lo hace a través de lo que pudiéramos llamar la pedagogía de la gracia por la que va abriéndonos los sentidos a los signos del presente que conducen al futuro objeto de nuestros deseos y de tantos de nuestros empeños.

Los “signos de los tiempos”, esas señales que pone el Espíritu con su actuación en la historia se manifiestan en el presente. Aprender a leer los signos de los tiempos se convierte así en el discernimiento del presente que ilumina el camino al futuro que nos viene dado si elegimos la vía que ellos nos indican.

Un futuro consistente con la razón de ser de las Universidades e Institutos de Educación Superior encomendadas a la Compañía de Jesús requiere, por consiguiente, un cuidadoso discernimiento en común del presente. En esta asamblea se busca dar pasos en esa dirección examinando el recorrido hecho por la Asociación en los últimos años, profundizando la conciencia de su necesidad y poniendo los mejores medios a su alcance para realizarlo.

Los miembros de la IAJU están llamados a discernir desde la identidad en la que encuentran su razón de ser, principio y fundamento de su misión y lazo de unión entre ellos. Es la identidad que muchas de las Universidades han estado examinando en los últimos años y a cuyas fuentes hemos invitado a volver a lo largo de este año ignaciano. Es el mismo manantial que alimentó el largo y complejo camino del discernimiento en común de las preferencias apostólicas universales de la Compañía de Jesús que sigue fluyendo para fecundar las obras apostólicas que les dan vida concreta cuando las ponen en práctica.

B. Personas con una vida plena de sentido

La identidad de las instituciones de Educación Universitaria reunidas en la IAJU parte de una visión integral del ser humano. Por consiguiente, concebimos la Universidad no fragmentada sino integrada. Proponemos instituciones que ofrecen la posibilidad de integrar las diversas dimensiones del quehacer científico, educativo y de incidencia social.

Una cotidianidad universitaria que realice y trasmita esa identidad es, sin duda, un enorme desafío que supone estar muy atentos a cómo se realizan las actividades ordinarias dentro del campus; a cómo se cultiva la identidad en los miembros de la comunidad universitaria, muy especialmente de sus profesores y personal administrativo; a los procesos de toma de decisiones; a los incentivos que se propone; y a todo aquello que representa el “éxito” de los programas y procesos que se realizan.

Como todo el sistema de educación superior en el mundo, nuestras instituciones de educación universitaria están constantemente amenazadas por tres cepas de virus con variantes muy contagiosas: la fragmentación, la superficialidad y la instrumentalidad. La enfermedad que producen estos virus atentan contra la identidad que nos une, inspirada en el carisma que Ignacio expresó con expresión “ayudar a las almas” como la finalidad de la Compañía de Jesús, en su deseo de servir a la misión del Señor encomendada a la Iglesia. “Ayudar a las almas” es la apuesta ignaciana que lleva a atender integralmente a las personas en todas sus dimensiones, personales o sociales, y en todo lo que necesiten.

Es urgente, por tanto, discernir qué tipo de persona imaginamos como fruto de la experiencia universitaria que proponemos. He aquí la materia central de nuestro discernimiento. El ser humano necesita darle sentido a su vida y a sus acciones, las grandes y las pequeñas de todos los días. Nuestro propósito es “buscar y hallar” el estilo de investigación, incidencia social y educación universitaria capaz de iniciar y acompañar procesos personales y sociales de dar sentido a la vida en todas sus dimensiones para alcanzar la plenitud.

Desde la espiritualidad que se deriva del carisma de la Compañía de Jesús se entiende como vida plena la que se desenvuelve persiguiendo siempre “en todo amar y servir”. Esa es la manera nuestra de concebir la “excelencia”. A través del discernimiento en común nos proponemos animar instituciones excelentes porque en ella trabajan, investigan, enseñan y estudian personas que encuentran las condiciones para una vida con sentido que avanza hacia su plenitud.

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Información de jesuits.global