Esta semana, del 13 al 17 de julio, se celebró una reunión de los superiores mayores de la región del Asia Pacífico. Debía haberse tenido en Dili, Timor Oriental, pero la actual pandemia la transformó en una reunión virtual. Los Provinciales participaron a distancia, desde sus oficinas, a través de sus computadoras. El lunes 13, desde Roma, el Padre General se dirigió a todos ellos. Después de haber subrayado cuánto le hubiera gustado estar con todos los provinciales en Dili, y cuánto lamentaba no haber podido visitar la Provincia de Australia. Antes de entrar en diálogo con los superiores de la JCAP (Conferencia Jesuita de Asia-Pacífico) decidió tratar dos temas en su intervención.

En primer lugar, volvió a un tema que ya es central de su gobierno, las Preferencias Apostólicas Universales. Pero lo hizo en el contexto específico de la pandemia de la Covid-19, con su cuota de malas noticias. Recordó que la muerte ha afectado a varios hermanos nuestros. La crisis provocada por este coronavirus ha permitido mostrar al mundo, de manera sumamente amplia y fundamental, algunas estructuras injustas muy arraigadas y que tanto hacen sufrir a muchos hombres y mujeres. La falta de atención, tanto a personas como al medio ambiente, ha dado lugar a importantes desigualdades socioeconómicas. Es preocupante, además, el futuro de la democracia, que también se ve amenazada por la pandemia y se está viendo socavada en muchos países. 

Frente a este cuadro preocupante, subrayaba el Padre Sosa, aunque vivimos en la incertidumbre, la Compañía de Jesús no debe demorarse en averiguar cuáles deben ser las contribuciones específicas que han de llevarse a cabo para dar respuesta a determinadas emergencias, eso se da por supuesto, sino también, y más aún, para hacer frente a las causas de la injusticia y para imaginar caminos de transformación estructural. ¿Cómo podemos ayudar para transformar las relaciones entre las personas, con la naturaleza y con Dios? Nuestra respuesta a esta pregunta, afirma el General, debe estar enraizada en el marco propuesto por las PAU. El espíritu de discernimiento que las caracteriza debe ayudarnos a descubrir los signos de los tiempos, los signos del Espíritu. Las PAU pueden fortalecer nuestra unidad; el camino que proponen permitirá que las semillas sembradas en la tierra por el Padre Nicolás den mucho fruto.

El Padre Sosa se detuvo a considerar el significado del Año Ignaciano 2021-2022: lo ve como una oportunidad para profundizar nuestro entendimiento de las PAU. El tema de la conversión es central y, en el contexto de la pandemia, podemos ver el Año Ignaciano como una oportunidad para acelerar nuestros avances en el camino de la reconciliación y la justicia para toda la humanidad.

A lo largo de este año, se tendrán actividades para grandes audiencias, otras actividades más orientadas a nuestros compañeros de misión, y ocasiones más específicamente consagradas a jesuitas, que tendrán como objetivo fortalecer nuestra familiaridad con Dios y aprender a ver a Dios, cada vez más, en todas las cosas, en Cristo.

 

 

El Padre General se centró más específicamente en este tercer tipo de experiencias que propondrá el Año Ignaciano. Está convencido de que, para los jesuitas, la pobreza es la puerta a través de la cual se puede vivir la verdadera conversión que proponen las Preferencias. El compromiso con la pobreza permitirá que nos transformemos a imagen de Jesús humilde y pobre; esto nos llevará a un compromiso apostólico más fuerte para vivir con y para los más pobres.

Finalmente el P. Sosa expresó a sus compañeros del Asia Pacífico su esperanza de que la experiencia espiritual propuesta por el Año Ignaciano permitirá una renovación de nuestra libertad interior y nuestra indiferencia, un reconocer nuestras debilidades y un gusto por identificarnos más intensamente con el Jesús del Evangelio con el deseo de imitarlo, respondiendo así a la llamada del Señor.

 

Oficina de Comunicación Curia General

Fuente: https://www.jesuits.global/es