En el contexto de la escuela católica celebramos el 15 de mayo como el día de los educadores. Esta fiesta tiene su inicio en 1950, cuando el Papa Pío XII declaró a San Juan Bautista de La Salle patrono universal de los educadores. En esta ocasión reconocemos el heroísmo de todos los educadores que hacen parte de las redes educativas de la Compañía de Jesús y de todos aquellos que viven esta vocación y servicio.

En las redes sociales ha circulado una imagen muy diciente de los héroes que admiramos; se trata de un niño que alza a una enfermera y en la sesta de los juguetes se observan, en una especie de abandono, a superhéroes como Batman y Spiderman. Es la obra de Banksy, llamado 'Game Changer' como agradecimiento al NHS, expuesto en el Hospital General de Southampton, en Gran Bretaña, el 6 de mayo de 2020[1]. Es una de las tantas metáforas que nos advierten sobre un nuevo escenario que surge en medio del confinamiento por los efectos del Covid-19. En la obra el “Game Changer” coloquemos también a todos los educadores como héroes en medio de un escenario educativo de constantes desafíos y transformaciones.

Dibujo creado por el artista callejero Banksy, llamado 'Game Changer' 

Es nuevo este escenario para resaltar el heroísmo de los educadores que hoy comparten con muchas familias la tarea para adaptar el proceso de enseñanza-aprendizaje, a través del ambiente virtual o través de correo certificado con guías o material didáctico. Cambios, que llegaron al improvisto pero que lograron crear un camino de aprendizajes nuevos y develar con más crudeza las desigualdades que viven muchas instituciones educativas, familias, estudiantes y educadores en Latinoamérica y el Caribe.

No es una tarea fácil hablar de este heroísmo, pues las condiciones a educación de calidad no son iguales para todos los educadores y las familias. En este sentido, colocar a los educadores como héroes del proceso de enseñanza-aprendizaje nos lleva a contemplar a los estudiantes, familias y los educadores en una sola imagen, unos al frente de un computador, otros enviado unas guías por el correo certificado y otros acompañando las tareas que están pendientes por realizar.

Las palabras que el Padre General Arturo Sosa, S.J dirigió a los educadores de Bolivia, nos recuerdan que un educador de una institución de la Compañía de Jesús es un mensajero de la esperanza. Los que vivimos en y desde la esperanza no somos ingenuos ni ajenos a la realidad, ni a los retos que esta emergencia en la que vivimos nos presenta (Sosa, A.,2018). Se trata de un heroísmo desafiante, que va acompañado por el discernimiento, el cuidado y la innovación con el fin de ser mensajeros de esperanza en medio de las incertidumbres y las búsquedas.

La vida de los educadores en esta fiesta, nos invita a reconocer que el héroe es aquel mensajero de esperanza, que trabaja y cuida junto a otros para aprender y enseñar. Es momento para reconocer ese heroísmo en el cuidado y autocuidado porque ser educador es una tarea de todos los días. Una vocación que se complementa con el apoyo de familias que habían estado ausentes, pero gracias al confinamiento se ha generado una nueva alianza para la transformación de una humanidad distinta. Así mismo, es un heroísmo educativo que crea puentes desde la escuela hasta la universidad, estimulando la ciencia, fortaleciendo los conocimientos y construyendo acciones para sanar este mundo herido.

Esta es una fiesta especial porque vivimos un cambio profundo de un nuevo pacto educativo en donde los educadores y las familias, pueden trabajar juntos para la transformación de la educación.  Luego que llegue la tan anhelada “nueva normalidad”, el terreno ganado con las familias y todos los aprendizajes de esta educación a distancia o virtual debe continuar el camino para cimentar lo aprendido en tiempos de emergencia e implementado los cambios en tiempos de recuperación.

Tenemos en nuestras manos un gran desafío, y no queremos desperdiciar esta oportunidad de cambiar para crecer. Es una gran esperanza que nos renovará en nuestras prácticas educativas, la forma de investigar y la manera de acompañar. Se ha encendido este heroísmo que llega de los educadores para generar una transformación educativa para ser y formar educadores por vocación bajo las mejores condiciones formativas, culturales y económicas. Es un cambio también para toda la gestión administrativa en el uso de los recursos y el trabajo colaborativo.

Un cambio en la educación para que las familias no se retiren del proceso y que las instituciones innoven en la manera de acompañarlo. Nacen del heroísmo de los educadores, nuevas condiciones para lograr mayor profundidad en la colaboración, que permitan que la “propuesta educativa ignaciana pueda llegar a tantos lugares y a tantas personas, somos mucha gente la que coopera que está ahí, codo a codo, empeñándose cada uno y cada una -a su medida desde esa realidad e identidad- para que la labor educativa siga adelante, crezca en amplitud, mejore en calidad y produzca frutos todavía más abundantes, sabrosos y maduros” (Sosa, A.,2018).

Gracias educadores por ser mensajeros de esperanza y héroes de un cambio profundo de nuestro modelo educativo. En la “nueva normalidad”, no todo de lo trabajado seguramente va a desaparecer, pero sí debe cambiar para educar atendiendo a lo esencial y quitando las superficialidades que son herencias del egoísmo y la falta de cuidado por el otro en su diferencia. La universidad y los colegios no pueden estar tan lejanos ni en condiciones ni en reconocimiento; la tarea educativa es única y la vemos desarrollada en la labor de los educadores, ya sea a partir de aquellos hombres y mujeres que por vocación y profesión eligen esta misión, o también en aquellas familias que por vocación participan del acompañamiento de una generación que esperamos sea mensajera de esperanza y héroes de nuevo amanecer.

Por: Nelson Otaya

Secretario Ejecutivo de EduRed

 

[1]https://bit.ly/NotaGameChanger