Compartimos el Boletín Informativo de la Compañía de Jesús en Cuba - Agosto 2019. 

Uno de los textos principales es la entrevista al P. Eduardo Llorens, a quien recientemente se ha designado la misión de coordinar la Oficina de Espiritualidad Ignaciana. Este artículo está escrito por nuestro compañero Julio Pernús.

 

A la espiritualidad en ocasiones la vemos como algo místico o lleno de espontaneidad; de ahí que a algunos les pueda sonar como un poco alejado de estos tiempos que una oficina atienda estas temáticas. Por eso, para conocer un poco más sobre estos temas, hemos decidido hablar con el P. Eduardo Llorens (ELL), quien ha sido designado al frente de esta misión, tan necesaria e importante, dentro del quehacer de la Compañía de Jesús en Cuba.

OCC- ¿Quién es Eduardo Llorens?

ELL- Eduardo Llorens es un jesuita nacido en la Habana hace 55 años. En el año 1993 entré en un proceso de pre-noviciado en el seminario de Santiago de Cuba, que era como se hacía antes y, luego en el 95, empezamos el noviciado. Todo esto como un cubano más, con todas las carencias que se pasan en nuestro país y que las generaciones del 60, 70 y 80 reconocen muy bien. Me refiero a escuelas al campo, servicio militar… Esto me forjó acorde al tiempo que me tocó vivir.

OCC- Eduardo, un jesuita siempre tiene mil cosas que hacer, pero en específico, ¿qué servicio estás coordinando al interior de la Compañía?

ELL- Al interior de la Compañía, estoy viviendo en de la comunidad del reparto California; allí ayudo más a nivel de parroquia y capilla. Luego, más a nivel de la sección, estoy asumiendo la responsabilidad como encargado de la Oficina de Espiritualidad Ignaciana que es un espacio nuevo. El objetivo de este proyecto es dar una mayor visibilidad y propagación a toda la espiritualidad ignaciana en la sección. Cuando me refiero a espiritualidad ignaciana, no me circunscribo solamente a los ejercicios espirituales clásicos, sino a todas sus modalidades, hasta la vida diaria, con talleres incluidos y formación de acompañantes etc…

OCC- La Oficina tiene algunos antecedentes en Cuba. Sería buena que nos los pudieras comentar y hablarnos de su estructura práctica.

Siempre hay que tener en cuenta la historia al momento de asumir cualquier proceso que se venga trabajando. Y en Cuba, desde hace muchos años, se viene impulsando el tema de la Espiritualidad Ignaciana, que es muy propio de los jesuitas. Quizás, en los años más difíciles, 60, 70, 80 y principio de los 90, se desarrollaba a nivel más parroquial el acompañamiento; no teníamos estructuras de Casas de Ejercicios; o en otras palabras, esa era la vía que encontramos. Esto debemos tenerlo en cuenta, porque mucha gente vivió esa experiencia de espiritualidad ignaciana en ese contexto tan complejo y el valor de su fe cimentó las bases del camino a cosechar hoy.

Luego, yo creo que un momento clave es la constitución del Centro de Espiritualidad Pedro Arrupe (CEPA) como institución, a partir del año 2007, junto con todo el proceso previo que se hizo de reflexión. Allí hubo un punto de partida, o un momento de la historia donde se comienza a institucionalizar más este proceso de la espiritualidad ignaciana. Como cualquier iniciativa humana, esta misión ha tenido sus momentos de altas y bajas, sobre todo vinculados a los destinos de jesuitas para esto. Pero, sin lugar a dudas ha existido un mantenimiento, con énfasis en la formación de laicos acompañantes: esto tomó mucha fuerza a partir de la experiencia de los ejercicios espirituales. Ahora, esta Oficina de Espiritualidad, debe darle un nuevo impulso a todo el proceso relatado anteriormente, con el deseo fiel de propiciar cada día un mayor acercamiento de las personas a Dios.

OCC- En Cuba, con todas las dificultades que se pasan día a día, parece que la espiritualidad está a un volumen mínimo. ¿Cómo tú ves esto reflejado en nuestra amada y sufrida nación?

ELL- Bueno, yo tengo mi opinión al respecto, y no te voy hablar solo desde el evangelio, sino también desde mi experiencia de ejercicios acompañando a la gente. Sí el mensaje que transmitimos es conformista, pues tendremos personas totalmente conformes con la realidad que están viviendo. Pero, sí logramos transmitir una espiritualidad con un sentido más profético, pues tendremos actores marcados por nuestro profetismo y, por tanto, con una experiencia de mayor compromiso con la transformación positiva de nuestra sociedad.

En sentido general, yo veo que nuestro entorno tiene estos dos componentes: hay sectores en que se transmite un positivismo ilusorio, como que toda va bien, ánimo, que no hay problemas. Luego, hay otro grupo que a veces es etiquetado como negativista que trata al menos, de buscar un grado mayor de profetismo anunciando a las personas la necesidad de tener una mayor incidencia en de su entorno. Yo me ubico en esta segunda corriente. Por supuesto, en la Iglesia debe haber de todo; de estas dos formas de pensar, yo creo que es natural ver a representantes en cualquier sociedad, pero mi pregunta para los lectores sería, ¿qué necesita más la sociedad cubana actual? Para mí eso es una interrogante clave, y la respuesta solo debe partir de un sincero ejercicio de conciencia.

OCC- Esta entrevista puede que la lean personas que no estén muy avanzadas en la fe. Como jesuita, ¿qué puntos consideras no pueden faltar para poder tejer una buena relación espiritual con Dios?

ELL- Yo te diría que es básico una vida de oración, pero espero que esto no se entienda solamente como la hora dedicada a orar con Dios o la misa; estos son elementos importantes. Pero, yo creo que la oración tiene la misión intrínseca de poder ayudarnos a ser contemplativos en la acción, es decir, poder discernir lo que vamos actuando a lo largo del día desde la enseñanza de los evangelios, y meditar aunque sea un segundo, sí somos coherentes espiritualmente con nuestros actos cotidianos, y esa, creo yo, es la oración más importante que se nos pide. Hoy la espiritualidad debe ser aterrizada, con los dos pies bien puestos en las situaciones concretas que vivimos.

OCC- En ocasiones, hay conversaciones que dan para hacer un libro, pero el espacio es corto; por eso quiero ir finalizando esta entrevista preguntándote por el futuro. ¿A dónde sueñas que deba dirigirse la Oficina de Espiritualidad en los próximos años?

ELL – En Cuba hacer planes es un poco difícil… ¡Qué cubano no ha pasado por la experiencia de hacerlos y verlos fallidos? Pero yo creo que no se debe dejar de tener sueños y de pensar de cara al futuro; si no, te estancas. Yo veo todo el trabajo en la oficina de cara a los próximos años fundamentalmente en una línea que sería la propagación de la espiritualidad en un sentido amplio y también en el ignaciano; pero, solo puedes llegar a la espiritualidad ignaciana, si tienes una experiencia cristiana básica. Para mí, lo primero es propagar esa vivencia de Cristo al mayor número de personas y de diferentes entornos. Me refiero desde el mundo campesino hasta el intelectual; todos estamos llamados a vivir la oportunidad de conocer a Dios en profundidad.

La otra línea que deseamos como Compañía, es formar gente con la capacidad de acompañar a otras personas, o acompañarse ellos mismos también. No podemos pensar en propagar una experiencia espiritual ignaciana, si no tenemos sujetos que puedan acompañar debidamente estos procesos; aquí juega un papel importante la formación del laico y su rol protagónico en nuestras obras. No pensemos que este proceso deberá circunscribirse a los ejercicios espirituales. Ignacio hablaba de las conversaciones espirituales; eso pudiéramos ampliarlo mucho más; es decir, cuando tú conversas con alguien sobre tu experiencia de Dios, o lo que Él está haciendo en ti, o lo que sientes de místico en tu entorno, eso es una conversación espiritual y es un tipo de acompañamiento. Cuando la persona te habla y te refiere lo que ella vive, allí hay un acompañamiento espiritual, ver eso en un sentido amplio, puede ayudarnos a comprender mejor los ejercicios.

OCC-La última pregunta me gusta que sea la de agradecimiento. Como me has comentado, hay muchos rostros invisibles que han prestado y prestan este servicio de fomentar la espiritualidad ignaciana desde el anonimato. Si no te resulta muy complicado, recuérdanos algunos nombres para hacer memoria de su labor. 

ELL- Yo creo que me haces una pregunta muy difícil porque siempre van a quedar fuera mucha gente; prefiero agradecer al cuerpo apostólico de la Compañía -y aquí entran los laicos también-, así como todos los que nos han precedido.

OCC- Con Raul Arderí terminé mi entrevista de una forma bien curiosa: yo le decía una palabra y él me comentaba que significaba para su vida. Entonces, si me lo permites, deseo realizar este ejercicio contigo:

Amigos – Pocos

Compañía de Jesús – Exigente y agradecida

Espiritualidad - Esencia de la Vida

Familia – Base

 

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Fuente: Jesuitas Cuba