La frontera colombo-venezolana está caracterizada por la riqueza de sus interacciones humanas, destacan los lazos familiares y el intercambio por razones comerciales, comparte una rica tradición histórica y cultural. La vida va y viene de manera constante y continua; ofreciendo oportunidades para el desarrollo de las comunidades y sus pobladores, o cerrándolas, al dar prioridad a políticas vinculadas con la defensa del territorio y el resguardo de la economía de cada país. Las personas no entienden de límites y separaciones; comparten raíces, tradiciones, formas de relacionarse que han tejido durante años.

La presencia de los jesuitas en este territorio comenzó en 1975 en el Alto Apure venezolano con la fundación de la parroquia Nuestra Señora del Carmen en Guasdualito; en Colombia, los jesuitas llegarán a Cúcuta, Norte de Santander, tres años más tarde, para encargarse de la dirección del seminario diocesano San José, de la casa de ejercicios Casa de Oración Los Cujies y de la Vicaría Episcopal de religiosos y religiosas de la diócesis. Comienza desde entonces la fundación de parroquias, colegios, una universidad, escuelas de Fe y Alegría, emisoras de radio, el Servicio Jesuita a Refugiados (SJR). Durante este tiempo algunas de las Obras se han cerrado, otras continúan, lo importante: mantenerse en misión y renovarla.

Jesuitas y laicos, décadas más tarde, en respuesta a las invitaciones de la Congregación General 35 en su llamado a ir a las fronteras apostólicas del mundo actual, y atendiendo a las prioridades del Proyecto Apostólico Común de la Conferencia de Provinciales de América Latina (CPAL), se plantearon la posibilidad de trabajar en un proyecto interprovincial de cara a construir una Región Apostólica. Los provinciales Francisco de Roux, S.J. de Colombia y Arturo Peraza, S.J. de Venezuela impulsaron el proceso, encargando al P. Arturo Sosa, S.J. de animarlo con el deseo de emprender una renovación en la misión, y responder a los retos en servicio de la Iglesia y de nuestros hermanos. Comenzó así un proceso de diálogo, de discernimiento, en el que nos sentimos confirmados en un nuevo llamado de Dios: tender puentes entre nosotros, construir un horizonte común, descubrir nuevas formas de trabajo, articularnos, crear una red de redes. Fuimos invitados a una conversión de mente y corazón, a salir de nosotros, a ver más allá de nuestras Obras y sumarnos desde la especificidad, a descubrir nuevamente que compartimos la misma misión y que ésta va más allá de nuestros espacios cotidianos. Dios nunca deja de llamarnos a discernir nuestras respuestas y nos pedía mejorar el servicio de la misión evangelizadora en esta región binacional.

El proceso fue largo, se vincularon Obras y comunidades. Realizamos varias asambleas, profundizamos en el conocimiento de la realidad. Cada uno traía su riqueza, sus esperanzas y dolores, sus sueños y preocupaciones.

Luego de varios encuentros interprovinciales, el 7 de mayo de 2012, en la ciudad de Caracas, Venezuela, los provinciales firman el decreto para establecer la Región Apostólica Interprovincial en la Frontera Colombo-Venezolana (RAIF); se inicia el proceso para construir el Plan Estratégico que nos permitiría alcanzar nuestra misión: el fortalecimiento de un sujeto social con identidad fronteriza que trascienda las fronteras geográficas y se haga portador de un proyecto regional sustentable por el cual supere la pobreza.

La frontera colombo venezolana, importante por el papel que juega en los procesos de integración latinoamericana, está siempre marcada por tensiones políticas, económicas y sociales, por la influencia de actores de órdenes muy diversos y gobiernos centrales desencontrados; es una zona de gran riqueza, y al mismo tiempo políticamente es pobre, dada la fragilidad de la organización popular y la ausencia de Estados responsables. Esta situación se agrava con la presencia de mafias colombianas y venezolanas que llenan espacios y controlan al resto de la sociedad, mafias que cada vez están más ligadas a la criminalidad trasnacional; también hay presencia de grupos paramilitares y violencia generada: asesinatos, secuestros y extorsión. Un escenario de corrupción donde termina predominando el dinero y las armas, con pérdida de valor del trabajo honesto y gran preocupación por el tema de los derechos humanos. También debemos señalar la existencia de importantes recursos energéticos y la gran biodiversidad que contrasta con la incapacidad de llegar a acuerdos binacionales para la conservación de las áreas ambientales comunes.

La RAIF articula las Obras de la Compañía de Jesús dedicadas al trabajo parroquial, educativo y social en los Departamentos colombianos de Arauca, Boyacá y Norte de Santander que colindan con los Estados venezolanos Táchira, Apure y Zulia.

Actualmente, la RAIF está conformada por 6 colegios de Fe y Alegría, 4 emisoras de Radio Fe y Alegría, el Instituto Radiofónico Fe y Alegría con los Centros de Capacitación Laboral, el SJR-Venezuela, el Movimiento Juvenil Huellas, la parroquia San Camilo de Lelis de El Nula, la parroquia San Simón y San Judas de Ciudad Sucre, la Universidad Católica del Táchira y el Centro Gumilla por Venezuela; la Escuela de Paz y Convivencia Ciudadana del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), la Universidad Javeriana, el SJR-Colombia, Fe y Alegría Norte de Santander por Colombia; en diálogo con la Iglesia local y sus diócesis.

Para la construcción del Plan Estratégico los provinciales nombraron un equipo coordinador con la tarea de impulsar y acompañar el proceso de diseño y realización de la Región Apostólica conformado por jesuitas de ambas provincias. Este equipo, que involucró a las Obras en el proceso, consideró como desafío inicial y permanente profundizar la riqueza de las relaciones históricas y culturales fronterizas, pues en ella pueden estar los cimientos de una integración humana, social y política sólidamente fundada; se planteó hacer visible la frontera en su valor real, tanto en actores regionales como nacionales -propiciar la verdadera imagen de una población capaz de producir, comerciar y relacionarse en diferentes dimensiones de la vida social y cultural-; participar con otros actores en el seguimiento de la situación social, económica, política y cultural de la región fronteriza promoviendo la reflexión participativa y las acciones que contribuyan al fortalecimiento del sujeto social de la democracia; y finalmente, promover en las distintas Obras que componen la región fronteriza y en sus organizaciones relacionadas una conciencia de su condición de ser Obras de frontera.

Para construir este camino se crearon y fortalecieron acciones sectoriales procurando un carácter transfronterizo en las áreas de educación, cultura, comunicación, prevención, jóvenes, gestión de recursos, e investigación, y se generaron proyectos en cada una de estas áreas, entre los que destacan en materia educativa: la creación de una cátedra de frontera para los estudiantes en las escuelas y liceos, el voluntariado docente para la mejora de la gestión educativa, jornadas de educación en la frontera, encuentros de comunicadores y formación vocería comunitaria; en materia cultural: la caravana cultural por la hospitalidad en la frontera, el festival Conéctate y Convive con la Frontera y talleres de enseñanza artística para el desarrollo de las comunidades; además del trabajo en cultura de paz, justicia de paz y reconciliación, campamentos de servicio a las comunidades, formación socio-política, capacitación e inserción laboral para jóvenes, e investigación en el área de actores que generan violencia.

Continuamos caminando en la esperanza, confiados en Dios, Quien nos seguirá animando, uniendo y fortaleciendo para responder a la misión recibida.

Dizzi Perales, S.J.

Fuente: jesuits.global