Compartimos el documento final de la Red Latinoamericana de Parroquias Jesuitas (RELAPAJ), luego de su 11° Asamblea realizada del del 19 al 24 de mayo en Lima, Perú:

 

Nuestras parroquias acompañan al pueblo de Dios que peregrina en nuestro continente de América Latina y el Caribe. Formamos parte de una realidad que está llena de los signos de la presencia bondadosa de Dios y también está fuertemente marcada: por la injusticia, los desplazamientos forzados de poblaciones, la violencia y el abuso a la creación. En este contexto nuestras parroquias tienen la misión de ser comunidades de vida; espacios de  acompañamiento para que las personas puedan encontrarse con Jesús y trabajar por su Reino.

Nuestras parroquias están llamadas a ser espacios de encuentro de lo diverso. Comunidades “en salida” al encuentro de los más necesitados; “Islas de misericordia en un mar de indiferencia” (EG).

Sentimos de manera especial la llamada que Dios nos hace desde los jóvenes a escucharlos con respeto y acompañar sus procesos; proponiéndoles el encuentro personal con Jesús para que conociéndolo, lo amen y lo sigan trabajando por su Reino. Animados por éste espíritu nos comprometemos a promover activamente en nuestras parroquias el Sínodo de la juventud. Comprendemos además que la complejidad de la realidad juvenil exige de nosotros trabajar en conjunto  con el sector pastoral juvenil y vocacional para encontrar nuevos caminos de escucha y anuncio de la Buena Noticia a los jóvenes.

A fin de responder más adecuadamente a ésta llamada comunitaria de Dios necesitamos profundizar en criterios para formar comunidad, favoreciendo la formación espiritual de todos los que colaboramos en esta misión a través de los Ejercicios Espirituales en la vida cotidiana y talleres de formación.

Parafraseando a la Congregación General 36, la Colaboración es el único modo que tiene la parroquia para realizar la misión que se le ha encomendado. (cfr. D 1, 36)

Creemos que parte de este nuevo camino implica escuchar más profundamente a la comunidad parroquial, incluso a la hora de elegir a un nuevo párroco. De la misma manera el párroco debe escuchar a la comunidad parroquial, para eso deben dinamizarse los consejos parroquiales y económicos en los cuales los laicos asumen su responsabilidad.

Creemos también que es necesario una nueva forma de organización de las estructuras de nuestras parroquias. Debemos encontrar formas más dinámicas que pongan a la parroquia más ignacianamente al servicio de la misión. Nuestras parroquias deben ser comunidades de discernimiento, que favorezcan procesos dinámicos para descubrir y seguir las huellas de Dios que se abre camino en la realidad.

Inspirados por el ejemplo y el Magisterio del Papa Francisco y con la Congregación General 36 afirmamos que: “Todos nuestros ministerios deben buscar construir puentes, para promover la paz. Para lograrlo tenemos que alcanzar una comprensión más profunda del misterio del mal en el mundo y del poder transformador de la misericordia de Dios que trabaja por hacer de la humanidad una familia reconciliada y en Paz. Con Cristo, estamos llamados a estar cercanos a toda la humanidad crucificada. Junto a los pobres podemos contribuir a crear una familia humana a través de la lucha por la justicia”. (D 1, 31)

RELAPAJ