El domingo 22 de abril del 2018 se realizó en Lima, Perú la misa central en conmemoración a los 450 años de llegada de los jesuitas al Perú. La ceremonia religiosa se llevó a cabo en Iglesia de San Pedro, en donde, en representación de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe (CPAL), estuvo presente el P. Luiz Fernando Klein, S.J. Secretario.

Compartimos con ustedes la Homilía de Mons. Nicola Girasoli, Nuncio Apostólico en ocasión al Aniversario de los Jesuitas al Perú; un mensaje que invita a los jesuitas a seguir trabajando en continuar y fortalecer la misión de la Compañía de Jesús para el servicio y la entrega a los demás:

 

Iglesia de San Pedro (Lima), 22 de Abril de 2018.

 

Introducción de la Misa

Queridos Hermanos y Hermanas, las celebraciones de los 450 años de la llegada de los Jesuitas al Perú comenzaron de manera sublime con el encuentro que ustedes, los Jesuitas, tuvieron en esta Iglesia de San Pedro el 19 de enero de este año con el Papa Francisco. Hoy él se hace presente con un lindo mensaje donde nos transmite el vivo recuerdo de su encuentro con la Provincia Jesuítica del Perú y le recomienda que, siendo fieles a su carisma fundacional, continúen con júbilo y renovada energía la misión de Cristo, sosteniendo la fe y promoviendo la realización de la justicia.

Júbilo y Renovada Energía son los sentimientos que corren hoy en nuestros corazones.

Con este auspicio y con la alegría del tiempo pascual empezamos esta celebración Eucarística reconociendo nuestros pecados.

Homilia

Eminentísimo Señor Cardenal Juan Luis Cipriani, Arzobispo de Lima y Primado del Perú.

Señor Arzobispo Miguel Cabrejos, Arzobispo de Trujillo y Presidente de la Conferencia Episcopal del Perú.

Queridos Hermanos Obispos (saludo de manera especial a los tres Obispos Jesuitas).

Reverendo Padre Juan Carlos Morante, Superior Provincial de los Jesuitas del Perú.

Miembros Sacerdotes, Hermanos y Laicos de la familia de los Jesuitas, Sacerdotes, Distinguidas Autoridades, Hermanos y Hermanas.

 

Resuenan todavía las palabras y el sonido de los pasos del Papa Francisco en esta Iglesia de San Pedro.

Estamos celebrando un aniversario muy especial: 450 años de la llegada y de la presencia de los Jesuitas en el Perú. Y el primer profundo sentimiento que sale de nuestros corazones es el agradecimiento. Muchas gracias, Hermanos Jesuitas, han sido 450 años de amor y de servicio al País. La presencia de los Jesuitas en la historia de nuestro queridísimo País ha sido fundamental para el desarrollo cultural, cívico y social del Perú. Muchísimas generaciones de hombres y de mujeres creyentes y no creyentes, católicos u de otras denominaciones religiosas del Perú repiten hoy de manera especial muchas gracias. Y todos, todos estamos de acuerdo y convencidos que los Jesuitas en el Perú han hecho siempre las cosas bien, por esto le repetimos gracias. ¡Bravo! Gracias por su compromiso en el sector de la educación y de la evangelización llevadas adelante en el curso de los siglos siempre con el respeto de las culturas locales y originarias de nuestro País, promoviendo la justicia social.

Este aniversario no es solamente memoria histórica y reconocimiento de un glorioso pasado, es también una herencia que nos invita en el presente a despertar un nuevo entusiasmo y un renovado dinamismo apostólico bien expresado en el lema que han elegido para este aniversario La Fe que transforma, la Fe que nos empuja a recorrer nuevos caminos para el futuro. Y el Papa Francisco, en la reciente Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate en el párrafo 135 nos dice que Dios siempre es novedad, que siempre nos empuja a partir una y otra vez y a desplazarnos para ir más allá de lo conocido, hacia las periferias y las fronteras.

Mirar al pasado con agradecimiento, vivir el presente con entusiasmo y caminar hacia el futuro con esperanza. Y el Camino es el llamado del Papa Francisco para una Iglesia en salida misionera hacia las periferias del mundo, hacia los más pobres, hacia los que no tienen voz, hacia los más necesitados. Y el Papa Francisco nos dice que Jesús está en las periferias y nos está esperando en el corazón de nuestros hermanos heridos, en los hermanos que tienen su vida oprimida y sus almas oscurecidas (GE 135).

La fe que es el oxígeno de la vida, no podemos vivir sin fe, necesitamos este oxigeno que salva. En la primera lectura hemos proclamado que solamente en Cristo podemos salvarnos (Hch 4,12) y la fe nos transforma cuando nos entregamos generosamente a los hermanos y hermanas más necesitados.

Y ustedes queridos hermanos Jesuitas del Perú tienen en su Historia un ícono que los invita a salir al encuentro de los pobres… es el ilustre Padre Antonio Ruiz de Montoya, un gran precursor de una Iglesia en salida misionera. Él, al final del siglo XVI, se puso en camino hacia Paraguay y junto a otros jesuitas fundó las reducciones del Paraguay siendo el lingüista y autor de obras de teología mística. Antonio Ruiz de Montoya viajó mucho y sabemos que cuando murió en Lima en el 1652 un grupo de indígenas guaraní vinieron desde Paraguay a Lima a recoger sus restos para depositarlos y enterrarlos en las tierras donde él había sido misionero.

Nos ayuda en el camino de una Iglesia en salida misionera, una terapia que lamentablemente no practicamos mucho en nuestra Iglesia… necesitamos poner en marcha la terapia de la escucha. Necesitamos escuchar a todos, a todos, especialmente aquellos que tienen heridas profundas y se sienten marginados. La terapia de la escucha es una actitud de humildad y de servicio.

El Papa Francisco, en esta gloriosa Iglesia de San Pedro el 19 de Enero, contestando a la pregunta de un padre Jesuita ha dicho que escuchar nos ayuda a luchar contra de la tentación de la mundanidad. Refiriéndose también a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, el Papa Francisco nos decía, en esta iglesia de San Pedro, que la mundanidad no es solamente llevar una vida demasiado relajada y frívola. Esas son solamente las consecuencias de la mundanidad. La mundanidad es elegir y seguir los criterios del mundo, es usar el poder por sí mismo, olvidándose del servicio a los demás; olvidándose que para la Iglesia la autoridad no es sinónimo de poder sino de servicio (Osservatore Romano, Ed. Española, no. 9/2018 – 2 de marzo 2018 pp. 6/7). La mundanidad nos hace perder la identidad propia evangélica de nuestras instituciones y de nuestra misión evangelizadora.

La terapia de la escucha, al contrario, fortalece la identidad y el camino de la unidad expresada en el Evangelio de hoy con la imagen de un solo Pastor y un solo Rebaño (Juan 10,16).

Hermanos y Hermanas, queremos que la Fe transforme, y la transformación pasa también a través del don de nuevas vocaciones para continuar y fortalecer la misión de los Jesuitas para el servicio y la entrega a los demás.

Este domingo que se celebra la Jornada Mundial de las Vocaciones estamos llamados a rezar de manera especial por las vocaciones. El Papa Francisco, en el Mensaje de esta Jornada Mundial Vocacional, nos habla de las tres etapas del camino vocacional: escucha, discernimiento y vida.

Como el faro que con su luz ilumina y orienta hacia el puerto, una autentica pastoral vocacional debe acompañar al llamado de Dios con la luz del ejemplo y de un testimonio entusiasta de la vida religiosa.

Hermanos y Hermanas, hay una palabra en el Evangelio que en su sentido profundo resume todo el mensaje y toda la obra de Cristo. Esta palabra es tan importante que el evangelista San Marcos la menciona en la misma lengua de Jesús (Mc 7,33). Un día mientras Jesús estaba caminando cerca del Mar de Galilea le presentaron un sordo que además hablaba con dificultad y Jesús tocándolo le dijo: ÉFFATA…ÁBRETE!

Hoy Jesús, en medio de nosotros, toca el corazón de cada uno y nos dice: ÉFFATA- ÁBRETE, Iglesia del PERÚ… !Ábrete a la escucha, Iglesia del Perú! Ábrete al encuentro con los pobres y con lo que la sociedad considera descartable.

ÉFFATA, ÁBRANSE no nos quedemos encerrados en nuestras instituciones, entre los muros que nos alejan de las necesidades del pueblo de Dios.

ÉFFATA, ÁBRANSE, queridos Hermanos Obispos… Abran sus corazones, rompiendo todos los signos de poder para remplazarlos con los signos del servicio al pueblo de Dios. ÁBRANSE, Hermanos Obispos, para un auténtico camino de perdón y reconciliación.

ÉFFATTA, ÁBRANSE a la escucha de todos, especialmente de los que no tienen voz y son marginados.

ÉFFATA, HERMANOS JESUITAS! Ábranse con el ejemplo de Antonio Ruiz de Montoya. ¡Salgan y refuercen su vocación con la dimensión misionera! Formación de la Fe, Formación Educativa y Formación Cívica a través de las Obras Sociales que son los tres pilares de la misión de los Jesuitas hoy en el Perú. ÁBRANSE.

QUERIDOS HERMANOS Y HERMANAS, hoy Jesús toca el corazón de cada uno de nosotros y nos grita: Queremos una IGLESIA del ÉFFATA…Una Iglesia que se abre al encuentro con los pobres y necesitados. Sí queremos en el Perú una Iglesia del ÉFFATA- UNA IGLESIA, como nos repite el Papa Francisco, con las puertas abiertas, bien abiertas y donde todos se sientan adentro y ninguno se sienta al margen.

Hermanos y Hermanas, la fe nos transforma si tenemos siempre los brazos y el corazón abierto ¡Vivan los Jesuitas del Perú!. AMEN.

 

https://www.youtube.com/watch?v=nJQak0_uEik