Compartimos el artículo de Alberto Luna SJ, publicado en la Revista ACCIÓN del Centro de Estudios Paraguayos Antonio Guasch, N° 415, a propósito del Año Jubilar Ignaciano.

 

SANGRANDO POR LA HERIDA DEL COVID

Memoria glosada de los 500 años de la caída de Ignacio de Loyola en batalla

 

NI UN PASO ATRÁS

Normalmente celebramos los aniversarios de batallas victoriosas. Pero el pasado 20 de mayo, en plena pandemia del Covid, los jesuitas del mundo entero celebramos con agradecimiento el 500º aniversario de la derrota estrepitosa de Iñigo López de Loyola, caballero cortesano caído en batalla en Pamplona, tras el acoso de las tropas francesas a la fortaleza en la que el mismo Iñigo resistía junto a un puñado de combatientes. Fue el orgullo desmedido y los sueños de grandeza los que llevaron al benjamín de los Loyola a ir contra la opinión de todos los otros caballeros y a presentarse ante el comandante de la fortaleza, decidido a rendirse ante la superioridad del enemigo, para convencerlo a presentar batalla y resistir a los franceses.

En esta prolongada pandemia del Covid-19 junto a toda la humanidad hemos tenido que reconocer que muchas veces con nuestros pronósticos hemos subestimado la capacidad de este enemigo y nos hemos creído capaces, o al menos deseado, superar rápidamente esta contingencia sanitaria y vencer esta batalla. Nosotros también nos hemos encontrado en medio de diversas opiniones sobre la salida más adecuada a esta amenaza, desde las más razonables hasta las más descabelladas. A muchos de nosotros -como a Iñigo- nos faltó detenernos a pensar y darnos cuenta de que tal vez algo del sistema de vida y de los proyectos que llevamos adelante pueden tener desajustes profundos que nos exponen más de lo que nosotros pensamos y deseamos al poder de este virus que nos sigue teniendo rodeados.

JUGARSE LA VIDA

Si bien Iñigo tenía un coraje vecino de la temeridad, no era tonto. Sabía que al instar a sus compañeros a resistir y al apostar por una victoria gloriosa ante un enemigo claramente superior, también arriesgaba perderlo todo, incluso la propia vida. Por eso, la noche anterior a la batalla, posiblemente porque en la fortaleza no había un sacerdote, se acercó a uno de sus compañeros para confesar sus pecados. Con esto mostraba su clara determinación de jugarse la propia vida para defender el honor de la bandera bajo la que estaba comprometido. 

No ha faltado temeridad a muchos de entre nosotros en este tiempo de pandemia. Como si los más fuertes y los más jóvenes pudieran fácilmente saltarse el Covid como una gripe más o menos fuerte, ignorando la suerte de los más frágiles. Tampoco ha faltado determinación en muchos que se jugaron y se juegan la vida para ayudar a las víctimas del Covid. Los que han estado en el frente de los hospitales en los centros de salud, los que atienden los servicios esenciales, los adultos mayores, las personas con enfermedades previas, son lo que han percibido con más claridad y han sentido más profundamente la envergadura y el impacto mortal de este enemigo que hemos aprendido a no subestimar, mientras sigue rodeando y amenazando a la frágil fortaleza de todo el planeta.

ENTRE LAS VÍCTIMAS

Comenzada la batalla y después de un buen rato de bombardeo, una potente bala de cañón pasó entre las piernas de Iñigo, le descoyuntó una y le hizo trizas la otra, dejándolo tendido y derrumbado. El dolor y la impotencia absoluta para tenerse en pie y valerse por sí mismo ante un enemigo que tomaba posesión de la fortaleza, era expresión física de la humillación devastadora que Iñigo estaría viviendo por dentro, más cerca de la vergüenza y el aplastamiento que de sus pretensiones soñadas de gloria. El relato de su Autobiografía nada dice sobre otros heridos e incluso muertos en esta batalla, solo dice que el bombardeo duro largo rato, hasta que él cayó herido.

A esta altura de la pandemia del Covid ya hemos pasado por varias olas. Han habido gobiernos, instituciones y países que han respondido con más recursos y con mayor previsión. Han habido momentos de mayor disciplina de la población y otros de desorden. Han habido decisiones acertadas y otras desafortunadas, con terribles consecuencias para muchos. Hemos pasado por momentos de valiente resistencia y otros de cansancio, momentos de recuperación y de victoria sobre el Covid junto a momentos de dolor, de sufrimiento y de muerte. El interminable conteo oficial de los contagiados y de los muertos, aunque nos da una idea, no siempre incluye a todos, tampoco refleja la envergadura de los daños a las familias y a poblaciones enteras en los diversos niveles de la vida cotidiana. Hay muchos “daños colaterales” que no aparecen en las encuestas pero que se sienten por sus efectos reales.

BUENOS SAMARITANOS

Pero los oficiales franceses tuvieron la nobleza de reconocer su valor en la batalla y no solo lo cuidaron por dos semanas sino también destacaron un grupo de soldados para llevarlo en camilla hasta su casa. Con esta invalorable ayuda Iñigo llegó a su pueblo de Azpeitia, maltrecho pero vivo. Y entró al caserío de Loyola con los huesos de la pierna de nuevo desconcertados por las peripecias de esos tortuosos senderos. El herido fue recibido por su hermano mayor y señor de la casa Loyola, que tendría la edad para ser su padre, puesto que Iñigo fue el último de los 13 hermanos de la familia. Allí los médicos tuvieron que abrir de nuevo la herida para juntar los huesos de la pierna rota. Iñigo aguantaba el dolor de esta nueva carnicería apretando mucho los puños. Pero como no había señales de mejoría, le trajeron a un sacerdote para que se confesara y recibiera los sacramentos, preparándose para lo peor. Era la víspera de San Pedro. Iñigo era devoto de este santo y al día siguiente ocurrió el milagro de empezar su mejoría hasta que estuvo fuera de peligro. 

Esta pandemia ha generado muchas expresiones de solidaridad y de servicio voluntario a las personas afectadas por el Covid y a sus familias. Desde las ollas populares de los barrios, pasando por las iniciativas comunitarias de apoyo solidario, hasta la activa ayuda y contención de las redes familiares y vecinales. La contención de la familia ha sido fundamental para proteger a los más frágiles, así como la reorganización de las funciones en la casa, que se ha convertido en muchos casos en lugar de trabajo, escuela y hospital. La asistencia espiritual, la oración y las celebraciones religiosas han encontrado nuevas maneras de llegar a la gente a través de las redes sociales. Muchas veces la religiosidad y las devociones populares han suplido eficazmente a las liturgias parroquiales.

¿VOLVER A LO MISMO?

Cuando ya fue sanando, resultó que un hueso mal colocado quedó sobresaliendo en la pierna. Y como Iñigo estaba decidido a volver a sus correrías de cortesano, no quiso cargar con la cicatriz de la caída en batalla. Antes que renunciar a su buena pinta de caballero, decidió soportar que le abrieran otra vez la carne viva para cortar la protuberancia de este hueso. Su hermano mayor y todos en la casa estaban espantados, pero Iñigo se sometió de nuevo por pura vanidad a esta terapia de choque. Después que la herida sanó de nuevo, como una pierna le quedó más corta, empezó a estirarla con pesas y a ponerse todo tipo de pomadas para alargarla. Y aunque ya tenía la pierna sana, todavía no se podía sostener en pie como deseaba para volver a las andanzas de antes, por lo que tuvo que quedarse en cama por un buen tiempo más. 

Las terapias de recuperación, las kinesiologías, el acompañamiento de los que estuvieron internados lleva tiempo y costos. Los recursos no han estado disponibles para todos. De nuevo las redes familiares con la medicina casera han sido fundamentales para suplir, contener y cuidar.

Esta pandemia ya está dejando y dejará secuelas que marcan nuestras vidas. Desde las ausencias irreparables de muchos que no hemos podido despedir, hasta las secuelas laborales, sanitarias, educativas.  Algunos las ignoran y hasta las niegan, se disponen a pasar la página y volver cuanto antes a lo mismo, pero demasiados tendrán que cargar con ellas por toda la vida.            

Volver a la normalidad” ha sido un slogan repetido hasta el cansancio, hasta llegar a no saber exactamente lo que estamos diciendo con eso. Al mismo tiempo constantemente ha estado abierta la pregunta sobre los necesarios cambios en nuestro estilo de vida, sobre lo nuevo que esta pandemia nos está llamando a descubrir hacia una nueva normalidad.

¿A DÓNDE VOY Y A QUÉ?

En la próxima entrega iremos viendo cómo, mientras se prepara para volver a sus correrías, Iñigo descubre un nuevo modo de vida posible y se pregunta qué pasaría si lo pone en práctica…

Alberto Luna, SJ
Centro Interprovincial de Formación
San Pedro Fabro Casa San Miguel en Chile