Compartimos el Boletín Informativo de la Compañía de Jesús en Cuba - Octubre 2020. 

Uno de los textos principales es el artículo escrito por el P. David Pantaleón SJ, Superior de la Compañía de Jesús en Cuba:

 

Todas nuestras planificaciones apuntaban hacia septiembre como el momento de la reapertura y el retorno controlado a las actividades pastorales presenciales. Apenas se pudo comenzar muy discretamente en las provincias del interior (Cienfuegos, Camagüey y Santiago). Esperábamos que bajasen las temperaturas y nos llegó un septiembre muy caliente.

El aumento y persistencia de nuevos casos del virus en la Habana nos condujo al confinamiento máximo (con cierre de las celebraciones en los templos) y al toque de queda de 7 pm a 5 am. Sin transporte urbano ni interprovincial, con cierre de los aeropuertos, con restricciones para el movimiento y las compras, sin actividad comercial de particulares, con los hospitales atendiendo solo emergencias, con la escasez que se extrema hasta en los medicamentos más comunes, una angustia se asoma en las miradas y a veces estalla en el forcejeo de las largas colas para comprar pollo, o jabón, o lo que aparezca.

No se trata solo de la pandemia que azota a la humanidad toda, no es solo resultado del bloqueo comercial externo, algo cada vez más funciona menos aquí dentro. Hasta ahora la fórmula ha sido controlarlo todo con bastante eficiencia. Frente al virus pareciera tener resultados positivos. Pero en demasiados hogares crece una tragedia que no parece encontrar alivio. Viviendas cayéndose a pedazos, profesionales adultos y jóvenes desempleados, abuelitos solos y desamparados, mucha gente que después de trabajar la vida entera no tienen ni siquiera un lugar decente donde vivir. No hay que irse hasta los barrios de la periferia para caer en la cuenta de todo esto, no hay que escudriñar en lugares ocultos, los encuentras por Centro Habana, Habana Vieja, en el barrio del restaurado Capitolio y hasta en el elegante barrio del Vedado.

Muchos han trabajado de manera heroica en medio de esta dura realidad. Hay mucha gente buena, pero algo debe cambiar para mejorar la vida de todos antes de que el daño por el deterioro prolongado sea peor. Los economistas oficiales y no oficiales han estado discutiendo por las redes como salir adelante. Se han diseñado nuevos planes y estrategias. ¿Será más de lo mismo? ¿Se generarán cambios verdaderos que lleguen a aliviar el sufrimiento de los más pobres? ¿A qué nos está llamando Dios en medio de todo esto? ¿Cuál es nuestro papel como Iglesia?

Dando inicio formal a las celebraciones centenarias de nuestra presencia en el país hemos puesto en circulación el pasado 10 de octubre en formato digital la segunda edición del libro de Pedro Pruna “Los jesuitas en Cuba hasta el 1767” con prólogo de José Luis Sáez sj. Estrenamos una hermosa portada con la fachada del antiguo colegio San José fundado en 1724 en La Habana, fecha del inicio formal de nuestra llegada a Cuba. Para el 2024 celebraremos los 300 años de este importante acontecimiento.

Para todo este mes de octubre se anuncia la aplicación de algunas medidas leves de apertura de cara al manejo de la pandemia incluso en la complicada Habana. Debemos prepararnos para intentar recomenzar de manera presencial, ahora a media marcha, en todas nuestras obras. Además de definir los protocolos necesarios, es tiempo de compartir lo aprendido en este trecho tan duro del camino y rehacernos juntos. Volvemos ya a las celebraciones de la eucaristía en La Habana con todo el país. Y desde la fe en comunidad nos disponemos a acompañar esta nueva etapa ensayando caminos para cuidar y dignificar la vida.

1o de octubre del 2020

 

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