Dos momentos han marcado nuestra vida en este mes. En primer lugar, la celebración de los 20 años de existencia de la CPAL, completados gracias a la generosidad y el trabajo de una gran cantidad de hombres y mujeres colaborando en esta tarea común: provocar, articular y fortalecer nuestros trabajos interprovinciales e intersectoriales, en-reddándonos para un mayor servicio de la Missio Dei.

Damos gracias primeramente a Dios que nos ha permitido hacer este recorrido de dos décadas en favor del crecimiento del cuerpo apostólico con una consciencia más universal, y por lo tanto más jesuítica y más divina; y damos gracias a todos los que se han esforzado en diversos trabajos a lo largo de este tiempo por promover, animar y fortalecer esta dimensión de nuestra común vocación.

En segundo lugar, quisiera destacar el principal fruto del trabajo realizado durante la 38ª reunión de la Asamblea de la Conferencia. En la primera carta de este año el Padre General pidió “a los Superiores Mayores de cada Conferencia que disciernan juntos... si, en su Conferencia, hay unidades que deban combinarse, dividirse o realinearse de alguna otra manera para brindar un servicio más eficiente” (2019/01). Con la presencia y orientación del P. Sosa, que nos acompañó en la primera parte de la reunión, y dispuestos a encarar esta tarea de la cual debemos presentar el fruto final en marzo de 2021, nos reunimos en Asunción (Paraguay) el mes pasado.

Fue una experiencia de consideración juiciosa, oración, diálogo espiritual y discernimiento, en la cual el Espíritu Santo nos fue llevando por caminos que no habíamos sospechado. Poco a poco fue haciéndose en nosotros una especial claridad respecto de la urgencia de poner la misión como foco principal y motor de nuestras deliberaciones, siendo que las formas en que se planee desarrollar esa misión y las estructuras para promoverla y sostenerla deben venir a ser consideradas en un segundo y tercer momento (lo que no quiere decir, tampoco, que no tengan importancia).

Decidimos entonces vincular el pedido del P. General al proceso de discernimiento de la misión común en América Latina en el marco de la elaboración del segundo Proyecto Apostólico Común (PAC.2). Se trata de implementar, durante el año 2020 y comienzos del 2021, un proceso espiritual de búsqueda de la voluntad de Dios sobre la/s misión/es que Dios nos está invitando a abrazar hoy en nuestro Continente como Cuerpo Apostólico; proceso que ha de involucrar a todo el cuerpo de la Compañía en la CPAL, y para el cual necesitamos -desde ya- pedir y encontrarnos (“buscar y hallarnos”) en una actitud de verdadera indiferencia y de gran libertad.

La compleja situación que viven prácticamente todos los países latinoamericanos exige de todos nosotros -en todos nuestros compromisos apostólicos, sin excepción: contemplación y oración para escuchar la voz de Dios en medio de los gemidos de la historia concreta, especialmente de los más vulnerados; exige la inteligencia de la fe unida al análisis riguroso para superar preconceptos, miedos y actitudes interesadas o ingenuas; y finalmente: exige participación responsable y profética si queremos ser verdaderamente cristianos, co-laboración y articulación con otros muchos que sueñan y luchan también por “una tierra nueva y unos cielos nuevos”.

En este contexto -que no es pasajero, por el discernimiento que tenemos entre manos, nos jugamos la fidelidad a nuestra vocación, la realización personal como “llamados”, nuestra pertinencia social como mediación institucional. Dispongámonos todos a participar.

 

Roberto Jaramillo, S.J.

Presidente CPAL

01-12-19